“Piensa mal y acertarás”, reza uno de los tantos dichos mata confianza de nuestro país, y que fortalece nuestro vano orgullo de sentirnos “avispados”, ese es el hueso que nos tiran de la mesa para que el pueblo tenga algo de que regodearse y se pueda perseguir su propia cola. Alguna vez vi un capítulo de South Park la serie animada, en donde los Japoneses estaban adueñándose de los mercados y japonizando a los niños de la ciudad, y cuándo los padres de los niños querían reclamarle a los invasores estos respondían: “ usteles amelicanos tenel penes glandes”, los padres sonreían y con falso pudor reafirmaban, con eso se les olvidaba completamente lo que iban a decirle a los inteligentes Japoneses. A nosotros nos bombardean constantemente diciéndonos que somos “rebuscadores”, “que no nos varamos”, apelando a nuestra pobre e insulsa vanidad, y taladrando nuestra cultura con sofismas de distracción que ya se volvieron un mantra al cuál acudir cuándo atravesamos por situaciones difíciles por las que pasa un Colombiano común, gracias a las malas políticas y corrupción en las que nos han sumido.
Con esta retahíla y quejumbrosa exposición quiero introducirme al tema que quería humildemente plantear.
Leyendo nuevamente al profesor Noam Chomsky , estoy convencido que si él observa un noticiero Colombiano al medio día, en media hora podría llenar una lista de chequeo, comprobando una a una sus tesis sobre la manipulación mediática que sostienen los políticos en nuestra gente, Son tan evidentes que parece que obedecieran a un seguimiento de manual, de esos manuales que de seguro les dan en las encopetadas universidades a donde se envían a los predestinados de este país. Creo también que Chomsky podría incluir en sus tesis una nueva clase de manipulación inventada, y quiero pensar que no, en Colombia; y es la de ofrecer algo peor, para que el pueblo pelee a capa y espada porque lo dejen quedarse con lo malo, porque no hay otra manera de explicar que en las 3 últimas grandes reformas a las leyes propuestas por el gobierno se incluyan puntos tan inmensamente inconvenientes, absurdos y torpes. La reforma a la ley 30 del 92 sobre educación superior con sus ridículos artículos que menoscababan el presupuesto y la calidad de la educación eran tan obvios que parecían más que una reforma, una provocación al estudiantado. Y salimos a las calles en masa, y extrañamente los noticieros volvieron a los voceros de la MANE, figuras públicas, nos dieron la victoria de tumbar la reforma y quedarnos con la nociva ley 30, cuándo es urgente una buena reforma.
De la reforma a la justicia ni hablar, los exabruptos que permitían que los parapolíticos salieran libres, todas las prebendas, triquiñuelas y jugarretas que blindaban a congresistas, no eran si no una sentencia de muerte a la necesaria reforma; nos manifestamos, las redes sociales estallaron, y el pueblo ganó, las cosas quedaron mal, como estaban.
Ahora la reforma a la salud, convoca a médicos, estudiantes, pacientes (que somos todos) a salir a las calles a luchar para no permitir la banalización de la medicina, para que el mirriado capital de nuestros pobres no quede en manos de las EPS y nuestros enfermos puedan reclamar ante el estado sus derechos fundamentales. Y seguramente ganaremos. Nos quedaremos con la pésima y lesiva que es la ley 100.
Tal vez es paranoia y no lo hacen a propósito, o tal vez es que ya hemos dado cuenta de nuestra pendejada y los políticos nos restriegan en la cara que rebasamos los límites.
Efrain Martinez
