Manual de la perfecta cabrona, ¡uy!
Opinión

Manual de la perfecta cabrona, ¡uy!

Por:
marzo 12, 2014
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Lo primero que debo decir es que el título de mi columna, es el de un libro con el que me tropecé y que les quiero comentar. Volví a mis andadas con temas cotidianos, sí señores. Después de las elecciones que acaban de pasar y sus resultados, es mejor distraerse en otra cosa.

Manual de la perfecta Cabrona - Manual de la perfecta cabrona, ¡uy!

Manual de la perfecta Cabrona

El concepto cabrona —muy fuerte para mi gusto, y por fuerte atractivo—, busca sacudir a las mujeres de la toxicidad de lo lindo, es decir, de que las mujeres digan las cosas como son y las hagan como quieran, así de simple. Mejor dicho, que no se dejen pisotear. La idea nació en 1993 cuando Elizabeth Hilts, editora de medios alternativos en Estados Unidos, publicó un artículo tituladoPonte en contacto con la cabrona que llevas dentro. Lo hizo en Hysteria, una revista de humor para mujeres. A partir de entonces, Hilts recorre su país dictando charlas y talleres dedicados al surgimiento de la cabrona interior que hay en toda mujer.

La autora comienza por hablar del síndrome de la “lindura tóxica”, se refiere puntualmente a la condescendencia con ciertas normas sociales de comportamiento que van en contravía de lo que realmente se quiere. Entonces se da la clasificación: hablar lindo, vestir lindo, comer lindo, y el más tóxico de todos: Actuar lindo. ¿Pero cómo identifica usted que sufre de lindura tóxica? Respondiendo afirmativamente a las siguientes preguntas, entre otras.

Alguna vez:

  1. ¿Ha querido cantarle sus verdades a alguien y se ha quedado callada? Yo diría: ¿Se ha comido un sapo?
  2. ¿Ha dicho: “¡No sé qué me pasó!”
  3. ¿Ha aceptado más trabajo sin un aumento de sueldo?
  4. ¿Ha rechazado una invitación para salir un sábado por la noche por esperar la del nuevo galán, o se quedó sola porque el galán jamás llamó?
  5. ¿Se disculpa con frecuencia?
  6. ¿Alguna vez ha dicho “sí”, cuando lo que quería decir era “yo creo que no”?

 

En este punto, y con la frase “yo creo que no” que parece ser la clave, el libro la invita a conocer a su cabrona interior… “Todas la conocemos. Ella flota constantemente justo bajo la superficie de nuestra conciencia y nuestra cultura. Ella es parte de nosotras, es inteligente, segura y digna, y sabe lo que quiere. Nos dice que no nos conformemos con menos. Nos advierte cuando estamos a punto de embarcarnos en una conducta autodestructiva”. Es el típico libro de autoayuda, pero muy bien titulado. Aunque en honor a la verdad no sobra leerlo. Es corto, de letra grande y busca a nuestra cabrona interior. ¿Fuerte no? Me cuesta un poco el término, pero debo reconocer que me gusta.

“Yo creo que no”, como dije antes, es la frase que hay que interiorizar. Tiene un poco de lindura, utilizando términos de la autora, pero está bien. “Hay que ser linda sin ser tóxica”, dice ella. Eso quiere decir que hay un mundo de diferencia entre parecer linda y ser linda. En otras palabras, su cabrona interior no la quiere a usted mala, ni ordinaria, sino razonable y gentil con usted misma: ¡firme! ¿Puede ser divertido? Hilts dice que regularmente sí.

Ser cabrona, según la RAE, es tener mal carácter, hacer malas pasadas o resultar molesto. Tal vez es peor como suena la palabra. Pero todo parece indicar que otra forma de verla y para entender mejor el sentido del término como lo utiliza Elizabeth Hilts, es que cuando más cabronas son las mujeres es cuando ser reúnen entre amigas a hablar, a llegar al fondo de las cosas, a abordar temas con desparpajo, porque es ahí donde sale y no se esconde la cabrona interior de cada mujer.

Para su información, también existe la cabrona en la cama, el príncipe para la cabrona y las figuras históricas y públicas cabronas: Catalina de Médici, un poco más cerca Katherine Hepburn y en la actualidad Hillary Clinton.

“La cabrona interior simplemente existe. Ella es la parte de nosotras que sabe lo que en realidad nos importa y queremos. Mientras sigamos negando que la cabrona interior es parte de nosotras, mientras continuemos rindiéndonos a la lindura tóxica, no obtendremos lo que queremos, lo que  necesitamos y ninguna de nosotras alcanzará realmente lo que es bueno para todas”, concluye la autora. Y usted, ¿ya encontró la suya?

¡Feliz resto de semana!

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