Son niches como nosotros de alegría siempre en el rostro. A ti mi Buenaventura con amor te lo dedicamos. Esta canción del Grupo Niche invitó al reconocido director de cine norteamericano, Spike Lee, a fijarse en el puerto marítimo más importante sobre el océano Pacífico colombiano, hoy convertido desafortunadamente en el principal corredor del narcotráfico del continente, responsable de recibir el 60% del comercio legal del país (electrodomésticos, textiles, ropa, vehículos, etc.). En Buenaventura todavía hay barrios construidos sobre el agua en la zona de Baja Mar donde por estos días funcionan las llamadas “casas de pique”-centros de descuartizamiento de personas- adoptadas por las bandas criminales los Urabeños y La Empresa (disidencia de Los Rastrojos). El puerto además de movilizar más de 10 millones de toneladas al año de mercancías es el punto de encuentro de los micro carteles de Cauca, Nariño y la cordillera central; es el campo de batalla de las Bacrim (bandas criminales), los pequeños carteles y las Farc que se disputan el control del tráfico de la coca, la amapola y la marihuana.
Un viaje realizado durante 2006 en lanchas junto a pescadores por las costas de Colombia y Ecuador fue la génesis que el joven director Josef Kubota Wladyka necesitaba para darle vida a Manos Sucias, producción colombo – estadounidense apadrinada por Spike Lee, reconocido director con más de treinta películas y dos nominaciones al Óscar, la cual se estrenó en salas de cine colombianas el 9 de octubre de 2014.
Manos Sucias es una historia que aborda el problema del narcotráfico desde un lado que nadie ha visto, o al menos, ese es el argumento que dio Spike Lee para creer en este proyecto -en dónde ejerce como productor ejecutivo- cuando su alumno Kubota en la Universidad de Nueva York le empezó a contar sobre su idea de realizar una película sobre el conflicto del narcotráfico en los pueblos del pacífico colombiano.
Junto a Alan Blanco, compañero de clase de la universidad, Kubota desarrolló un guion inspirado por un viaje real de un hombre en lancha rápida en dónde los personajes surgieron casi que de forma automática, luego de los frecuentes viajes que durante cinco años hizo para conocer la región. El resultado, un filme que muestra la realidad vivida en municipios como Buenaventura, de una manera tan propia que costaría trabajo imaginar que fue concebido por norteamericanos. En Manos Sucias, el público se encuentra con una construcción del pacífico colombiano muy acertada en 78 minutos, la cual dista de los estereotipos que se muestran en demás cintas hollywoodenses sobre el país, el narcotráfico y Pablo Escobar.
Resulta irónico que haya sido un extranjero de padre japonés y madre polaca, apoyado por un director de Hollywood, quien se haya fijado en las historias de Buenaventura mucho antes que varios nacionales, pues este rincón del país está siendo olvidado, entregándose así a problemáticas como la droga, las bandas criminales, la delincuencia juvenil y demás, las cuales también se reflejan en la película.
En Buenaventura, a la entrada de algunas casas hechas en concreto y a medio terminar, reposan camionetas Audi último modelo que son la primera compra de esos jóvenes que lo único que aspiran es lucir el carro y la percha (ropa) –como dicen los porteños-, después de “coronar” su primer viaje de droga. Pescadores hambrientos y adolescentes que sueñan con ser Daddy Yankee son la carne de cañón de estos viajes millonarios; muchachos arriesgados que se embarcan en submarinos hechizos cargados de toneladas de cocaína con destino final Centroamérica, que como Elmar Rubian, vendedor de minutos, Alexander Mina, estudiante del Sena o las más de 250 personas asesinadas en los tres primeros meses del 2014, ruedan sus cabezas sobre las playas de este puerto olvidado.
Ocultos bajo las olas contaminadas, los más osados de estos kamikazes conducen los rudimentarios narco submarinos durante varios días dentro de un espacio de dos metros que es lo que les queda después de empacar la cocaína, el combustible, los alimentos enlatados y el agua. Embarcaciones que llegan a avaluarse en 1.5 millones de dólares, que no cuentan siquiera con un baño pero que ahora se ha convertido en la manera más efectiva de transportar grandes cantidades de droga.
Pero quien le presentó todo este panorama a Spike Lee, fue el neoyorquino Josef Kubota Wladyka después de haber visitado Colombia por primer vez hace siete años. Kubota se encontró un pueblo de atardeceres rojos que huele a madera húmeda, algas y mar pero que está sepultando a su juventud en el narcotráfico. Sin embargo, el estadunidense no quiso hacer otra película que glorificara este negocio sino que mostrara las caras escondidas que se sacrifican todos los días. Se internó en la base naval de Málaga donde están los torpedos y narco submarinos confiscados por la Armada de Colombia y se fue a buscar a sus antiguos capitanes. Recorrió Tumaco, Buenaventura, las veredas de Cura, Barrio el Jardín y se sentó a escribir con el guionista Alan Blanco una historia que no vanagloria a Pablo Escobar sino que visibiliza los problemas de la región a través de una película para todas las audiencias del mundo.
La trama de Manos Sucias, se centra básicamente en lo que pasa cuando Jacobo y Delio se hacen pasar por pescadores para transportar un narco – torpedo con 100 kg de cocaína. Esta cinta constituye la materialización de un sueño para Jarlin Martínez, estudiante de arte dramático quien encarna a Jacobo, pues aparte de ser la primera oportunidad que tiene para actuar en un campo distinto al teatro, le permitió conocer la grandeza del cine a nivel mundial en festivales como el de Cartagena y el de Tribeca, en Nueva York.
Kubota destaca que la participación de la comunidad en la película fue de suma importancia para este. En Buenaventura no hay ningún tipo de infraestructura cineasta, por lo cual realizaron talleres de cine para que muchos de los estudiantes pudieran hacer parte del equipo de producción, e inclusive actuar también. De esta manera fue posible filmar en locaciones dónde nunca nadie antes lo había hecho.
Las diez semanas de rodaje no fueron fáciles, hubo que hacerlo en calles sin pavimentar, en el mar y en medio de la densidad de la selva bajo una humedad sofocante. No obstante, uno de los aspectos que más enorgullece al director fue el haber hecho la cinta junto a personas que nunca habían tenido participación alguna en el cine, así como también los comentarios de su maestro Spike Lee, quien elogió las actuaciones y la fuerza de la historia al ver el resultado final.