No queda duda de que entre los comentarios que se oyen en la ciudad está uno como: “la ciudad cada vez más caída”, “antes no había huecos”, “qué inseguridad la que se ve en todas partes”.
Y sí, todos los gobiernos tienen muchos detractores, pero también hay simpatizantes y eso no los convierte en copartidarios, sino en ciudadanos que ejercen su sabio derecho a fiscalizar a sus administradores por lo que hacen.
Y aunque hay quienes dicen que las obras públicas solo son beneficios de cemento para quienes la ejecutan, reducir la idea a ese argumento ya roza con la falacia.
En Manizales hay que ver el cambio que generaron en la ciudad obras como el Intercambiador vial de La Carola en todas las fases y lo que logró descongestionar un punto que ahora es neurálgico por la construcción hace cuatro años del centro comercial Mall Plaza.
Tampoco hay que ir demasiado lejos si hablamos de mejoras en movilidad como el puente que se construyó, también en la administración de Octavio Cardona, sobre la glorieta de la Autónoma y la manera en la que se rescató un sector vecino de la delincuencia con las terrazas que quedan sobre el viaducto que conecta este sector de Manizales con Ondas de Otún.
Ni qué decir de los nuevos colegios que se construyeron y la dignificación al proceso educativo que se dio con las mejoras locativas en más de 75 en toda la ciudad, tanto área urbana como rural.
De la misma manera, los escenarios deportivos tuvieron un importante revolcón y los ciudadanos pasaron a recrearse en canchas sintéticas en lugar de seguir jugando en tierreros y lodazales que eran un peligro para su salud e integridad.
Lo social
Pero no todo es cemento, pues, para que los contradictores digan lo contrario. Durante la
alcaldía de Octavio Cardona se tenía un gran programa denominado “Jardines Infantiles Nocturnos” con el que las mamás, en muchos casos prostitutas, dejaban a sus niños al cuidado de profesionales para que pasaran seguramente las noches y los fines de semana.
Muchos niños los domingos no querían regresarse a su casa y muchos tenían razones de peso para decirlo.
También, esa administración se preocupó por deshacer las fronteras invisibles que eran el caldo de cultivo para pandillas o “combos” en Manizales y un programa como “Pégate al parche” o “cambia armamento por alimento” ayudaron enormemente a reducir esas peleas y esas disputas.
Y la lista puede seguir. Muchos malquerientes quieren poner el foco en lo que costó o en cifras que en muchos casos suelen aparecer en los costos por diferentes situaciones que se presentan en los procesos y cualquier ejecutor de un presupuesto lo sabe. Hacer ver un peculado donde no lo hay solo sucede en mentes mezquinas que hilan delgado para presumir de saber por dónde se rompe la cuerda.
Esa es la ciudad que quedó y que recibió la actual administración. Lastimosamente, solo los manizaleños sabemos la ciudad que quedó y la triste diferencia de la ciudad que ahora tenemos.