La primera vez que su papá, Brian, le pegó fue por haberlo encontrado en el cuarto de su hermana con un vestido rosado encima, el rostro maquillado y una muñeca en la mano. Bradley Manning estaba destinado a ser un hombre rudo de Oklahoma. Su madre, Susan, una galesa alcohólica, bebía ingentes cantidades de whisky barato mientras esperaba al segundo de sus hijos. La escasa estatura de Manning, 1.57, y el poco peso, 47 kilos, es una enfermedad adquirida gracias a los vicios de su madre y que se conoce como Síndrome Fetal por Alcoholismo.
Cuando tenía diez años sus papás decidieron ponerle fin a las continuas peleas y Bradley se fue con su madre a Gales. Creía que allí no iba a ser el blanco de los matoneadores profesionales que se burlaban de su aspecto de alfeñique. A las pocas semanas ya el niño tenía la cabeza metida en el inodoro del colegio. Se devolvió a Oklahoma pero sus maneras afeminadas hicieron estallar la cólera del papá quien lo echó de la casa. Duró 4 meses viviendo en la calle y apenas tenía 15 años.
Su tía, Debra Van Alstyne, lo acogió en su casa de las afueras de Washington. El joven quería ser astronauta o arquitecto. Sólo era una ilusión. Nadie pagaría su carrera en la universidad. Cuando todos los caminos se le bloquearon decidió ingresar al ejército, se inscribió en el Montgomery College. En la semana de inducción empezaron sus problemas: un sargento esculcó entre sus pertenencias y encontró un teléfono rosa. A partir de ese momento era despertado en la mitad de la noche por los orines de sus compañeros y los tablazos en las nalgas. Odiaba a sus superiores y al ejército. Sólo quería ser libre para despertarse a la hora que quisiera y vestirse con faldas o como le diera la gana.
Se convirtió en analista de inteligencia y en Nueva York se preparó para irse a Irak. Allí conoció a Steven, un estudiante de la Universidad de Brandeis que se convirtió en su primer amor. Acababa de cumplir 21 años y contra todo pronóstico era feliz. En los días de asueto, incluso, se atrevía a salir a la calle vestido de mujer.
En Irak vio la guerra de frente y la odió. Por eso se contactó con Wikileaks, una organización mediática internacional especializada en filtrar documentos de interés público. Por eso, en menos de un mes, Manning filtró 470.000 registros de las guerras de Irak y Afganistan, 250.000 cables del departamento de Estado en donde quedaba claro que los Estados Unidos podían desatar un horror mayor que el de los yihadistas que combatían. A mediados de 2010 fue detenido y tres años después condenado a 35 años de prisión. El único consuelo que tuvo estando encerrado fue empezar a convertirse paulatinamente en mujer. En el 2013, dos días después de que cayera sobre él su sentencia por traición, Bradley hacía pública su nueva condición: de ahora en adelante se llamaría Chelsea y sería para siempre una mujer.
Cuatro años después Chelsea Manning ha sido conmutada su pena por Barack Obama, dos días antes de que dejara de ser Presidente de los Estados Unidos de América. Manning saldrá el próximo 27 de mayo de la prisión en donde está confinado. Ahora, a pesar de la amargura que vivió en los siete años de prisión, saldrá sin el peso de cargar una vida que nunca fue la de él.