Juro por Dios que me someteré a las malas ideas que continuarán dejando a esta Colombia sin paz, sin educación y en una guerra por los siglos de los siglos. Una Colombia, como decía mi abuela Rosa, con una mano adelante y otra atrás.
Juro que seré leal a los principios de mi Duque, mi jefe, mi comandante, defenderé sus bobadas, por más imbéciles que sean y sus decisiones improvisadas y sin idea de estética que harán de esta nación la más pobre de Latinoamérica. Y lo defenderé con ahínco, con vehemencia.
Juro que haré irrespetar a todo aquel que piense distinto a él, le mandaré al Esmad, la policía, la fiscalía, le haré una vida imposible.
Juro que a todo aquel que haga las cosas de una forma no habitual, no convencional a los principios duquistas, será un enemigo a muerte y entre todos los de esta secta lo vilipendiaremos en redes sociales y con nuestros aliados en los pasquines de medios de comunicación que hoy se ufanan de decir que son periodistas como el Arismendi, la Gurisatti y nuestros incondicionales Luis Carlos Vélez y D'arcy Quinn y Néstor Sinmoral, que son finalmente los hijos del pueblo y de la desinformación que necesita esta la nación.
Juro que defenderé el derecho a no crear, a no esculpir y a no construir sociedades que piensen que la educación es una poderosa arma para salir de la pobreza, sobre todo la pobreza mental.
Juro que me opondré al rebusque en las calles y al crecimiento organizado de la nación. A quien se le ocurra imaginar que Dios es negra o que es gay o un Misak será condenado a cadena perpetua en la Picota.
Juro que defenderé la nación duquista y nadie dirá de él que él es un títere ¡No señor! Quien esté por fuera de lo que piensa la nación se enviará a la hoguera. Y si se arrepiente tendrá una embajada. Solo si se arrepiente. O será nombrado en el Consejo Electoral.
Desde hace algunos años fundamos una filosofía para hacer de Colombia una nueva nación, un territorio que desconoce los avances en libertad y en el desarrollo de ideas libres y soberanas. Fundamos una nación que persigue la paz, la diversidad, el salario justo y el tiempo libre remunerado. Quien piense que los niños no pueden morir de hambre o que las mujeres deben planificar o tener condiciones dignas como todo ser humano, a esos los perseguiremos y los quemaremos al lado de todos los libros de poesía. Somos la nación duquista. Ha nacido un nuevo orden, un nuevo emblema nacional. Viva la república, viva el nuevo orden mundial. Viva el cerdo, el nuevo animal simbólico de Colombia.
Durante años nos han querido desinformar de ideas que acepten varios credos o la pluralidad de partidos políticos, quienes han hecho eso hoy descansan en la tumba o están encerrados o los tenemos callados y llenos de miedo. ¡Viva el maltrato animal! ¡Viva el fracking! ¡Viva la muerte de los ríos, el tal Cauca y el tal Magdalena y el tal Amazonas! ¡Arriba el maltrato de mujeres! ¡Afuera el gay, la lesbiana, el bisexual y el transgénero y el travesti! ¡Sí al machismo! ¡Fuera los anticonceptivos! Seremos el centro de las ideas ultraconservadoras, desde hoy iremos, rápidamente, expandiendo las políticas de la Nación duquista: privatizando el campo y militarizando escuelas y dándole subsidios a los ricos. A sumarse todos los que nosotros queremos que se sumen y a hacer parte de este bonito proyecto.
Nace la nación duquista, una nueva patria donde todos querrán morir por ella. Desde la presidencia velaremos por nuestros principios y valores para que estén en todos los lugares de Colombia y próximamente Venezuela y después, con ayuda de Trump, en el mundo, en cada espacio donde los habitantes estén quietos y mudos. Velaremos para que la inequidad inunde los hogares de clase baja y media. Velaremos para que cada niño, adolescente y adulto no tengan ni un presente ni un futuro.
Luchemos por la nación duquista y por el respeto a construir seres humanos que no cuestionen, defendamos nuestra dignidad y el deseo de vivir del miedo y de la desinformación, del iva a la canasta familiar, de los impuestos a la empanada, al chontaduro, al chorizo, al cholado. Hoy promulgamos este manifiesto, un rescate por seres indignos, sin nobleza, consumidores de nuestros cambios, que son para pocos.
Voto de obediencia
- Juro que como obrero, vendedor ambulante, swinger, prostituto, ama de casa, campesina, madre soltera, vendedora de minutos, chontica, estudiante y profesional me someteré a las siguientes reglas que fundan una nación duquista. Si nos las cumplo yo mismo me entregaré a los oficiales y que me conduzcan a la guillotina si así lo dictaminan.
- Nunca lea ni se le ocurra leer. Si de desinformación se trata somos los duros en eso, por eso manténgase al día escuchando y viendo la desinformación de: los noticieros de televisión Caracol y RCN, con la radio de la W, sobre todo en su sección que se estará preguntando María Isabel o con la imparcialidad de Vélez en Blue Radio. Desinfórmese con los estados de Facebook de Paloma Valencia, los tuits de José Obdulio Gaviria.
- No duerma profundo. Esté dispuesto a despertarse a cualquier hora, en cualquier instante le diremos que la guerra con Venezuela empezó, así que duerma con las botas puestas y esté siempre listo a defender este estado antidemocrático. La nación duquista no da espera, no duerme.
- Siga en la nube, donde lo mantenemos, no se baje. Lo seguiremos teniendo con esa sensación de volar y que flota, para eso somos expertos, por eso aumentaremos las novelas de narcos, de prostitutas o la vida de algunos de estos cantantes populares como Darío Gómez o Helenita Vargas o las noticias falsas en redes sociales. También verá fútbol y lo atosigaremos con lo peor del fútbol colombiano y con la farándula y en época de ciclismo le haremos creer que se lo ganará Nayro.
- No mire el buen Cine. Empápese de drama, ojalá de la Rosa de Guadalupe.
- Nunca viaje, pues es peligroso que conozca otras realidades y lo lleven a pensar que hay otros mundos mejores y posibles. Así, que manténgase en su casa, compre cervezas de nuestro empresario aliado Poker. Beba y al otro día no se acuerde ni de levantarse. Beba, beba y beba. No vomite.
- Ni se le ocurra cambiar una ley. Las leyes las hacemos nosotros. Prohibido protestar, prohibido marchar. Si algún día le decimos 2 más 2 es 5, es porque efectivamente es 5.
- Escuche, ojalá todo el día reguetón. Y todas las mañanas, después del desayuno ponga a todo volumen la canción las 4 babys de nuestro prohombre Maluma, es él quizá quien resume mejor una de nuestras ideas de la Nación duquista: El superhombre.
- No ayude a los indigentes, ni a los niños maromeros de los semáforos. Déjelos que se defiendan solos y que crean que inventan futuro.
- No le compre a los indígenas ni a los artesanos, para eso tenemos nuestras grandes tiendas aliadas que exportan y nos traen todo de otros países.
- No imponga ideas, ni modas, ni formas de pensar contrarias a la nación duquista.
- Si le dicen que fueron guerrilleros los que acabaron de matar y llevaban puestos uniformes de fútbol, crea, son guerrilleros. No dude.
- Prohibido los grupos de WhatsApp. Prohibido escribir en la pared, ni en cualquier parte, ni en el baño, ni en la mente, ni en la piel.
- Ni se le ocurra aprender a pintar o a fotografiar el aire y las olas.
En nombre de la nación duquista
Juro además que mi fin supremo será la nación duquista, hacía ya dirigiré mis oraciones, mis credos, mis alabanzas. Juro respetar lo aquí expuesto por todos los medios posibles y pagaré el precio y la condena por las ideas que le lleven la contraria a mi Dios Duque, que es el mismo, que años atrás había llegado como mesías disfrazado de la Seguridad Democrática y de Convivir y de Agro Ingreso Seguro y de Desaparición Forzada y Desplazamiento de Tierra. Varias personas distintas y un solo Dios verdadero.
Así pronuncio mi voto de obediencia. ¡Viva la nación duquista! Viva.