Jóvenes, apártense del “sistema” y sus promesas falsas de futuro, pues cuando estén maduros para asumirlo serán considerados viejos, la energía y la expectativa son el combustible que mantiene su motor en movimiento.
Huyan del dogma y el fanatismo y conviértanse en dioses de su propia historia, la vida es un don individual aunque se desarrolle socialmente. El tiempo es corto, asuman los retos con valentía y enfrenten sus miedos sabiendo que el éxito o la derrota serán exclusivamente suyos.
Ustedes son los responsables de su formación intelectual y cultural, cuídense mucho de los influenciadores y charlatanes vacíos de argumentos y en su lugar, llenen sus mentes de contenidos selectos, alimenten el espíritu con buena música y conversaciones.
Persigan la justicia como un principio y la ética como un valor, no pierdan la rebeldía que los llena de gracia y a los ojos de los años los hace más bellos e interesantes, pero abandonen la insolencia y apoyen sus luchas en la fuerza de la evidencia.
El sentido de la vida es trascender, así que proyéctense hacia el universo, más allá de los prejuicios morales de los frustrados, busquen el debate de las ideas, pero eviten la confrontación personal, eso es indigno de las mentes brillantes.
Tengan en cuenta que la realidad es una construcción social que se transforma con el tiempo, no es absoluta ni incuestionable. Así la ciencia y el conocimiento en general como producto humano son limitados, siempre habrá lugar a la duda racional.
Vivan a plenitud el amor, los sueños y la compañía que les plazca, disfruten en la medida de las posibilidades, pero sin conformarse, aprendan a decir no sin pena y procuren la felicidad, cualquiera que sea su propio significado.
Y, por último, no se alejen de la política, participen en la toma de decisiones que afectan a la gran mayoría ignorante, compartan la información y no sean egoístas con la sabiduría, no envidien nada, enfóquense y confíen en ustedes mismos, son lo único que tienen verdadero.