El barrio Nelson Mandela está ubicado en la zona suroccidental de la Cartagena excluida y estigmatizada, y está poblado en su mayoría por aquellos que llegaron un 7 de diciembre de 1994, logrando huir de la violencia que se vivía en sus lugares de nacimiento.
Este territorio es un asentamiento de desplazados, quienes viven en carpas, casas de estibas, de plástico o de todo aquello que pueda servir para levantar lo que un día se perdió.
Tanto fue el refugio que el lugar ofreció que Mandela se convirtió en un barrio de 24 sectores con aproximadamente 50.000 mil habitantes. Para estas familias lo importante era tener una casa donde vivir, sin importar estar debajo de redes eléctricas de alta tensión, encima de tuberías madre de gas natural, al lado o dentro de la zona del antiguo relleno sanitario de la ciudad, no contar con servicios básicos, transporte público o calles decentes. Lo importante era tener un miga de tierra, ya que no esperaban vivir nuevamente una incertidumbre parecida a la de antes.
Entre 1998 y 2008 con la presencia de grupos insurgentes urbanos ocurrió en el barrio una ola de asesinatos, ya que estos se disputaban el negocio del microtráfico y el reclutamiento de jóvenes. La muerte criminal era la dueña de las polvorientas calles. De hecho, empezó la seguridad que los habitantes no esperaban, aquella seguridad donde los grupos armados decían cómo vestir, cómo tener el cabello y hasta a qué hora de la noche se tenía que dormir… Comenzó la “limpieza social” que dejó a muchas madres sin hijos, niños sin padres y líderes de la comunidad que se manifestaron por los hechos violentos.
Sin embargo, Nelson Mandela actualmente se está transformando, cuenta con los servicios básicos, varias calles pavimentas, colegios que abarcan la población y sus alrededores, y a pesar de que la población en general ha sido hostigada han salido varios personajes adelante por su liderazgo y emprendimiento.
Además, líderes y lideresas vienen haciendo procesos sociales que han ayudado a reconstruir el tejido social necrosado. Entre ellos está el artista plástico Dayro Carrasquilla, quien ha reconstruido la memoria de su comunidad en la totalidad de su producción artística, en especial con la obra “Mandela”.
Dayro es habitante del barrio, egresado del programa de Artes Plásticas de la Institución Universitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar, y con maestría en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia (sede Medellín) con tesis Laureada. Este joven “mandelero”, como él se autoreconoce, creó esta obra con la ayuda de los líderes y personas de la comunidad que sufrieron los hechos violentos y le abrieron las puertas de su casa.
Carrasquilla recrea esta obra con siete piezas de stop motion, en las que diversas imágenes dialogan en medio de capaz que se sobreponen como producto de transparencias temporales. Estas son proyectadas a través de televisores que unen el nombre Mandela, y en cada una de las letras hay frases que los participantes se escribieron en la piel como expresión de lo vivido y como cuerpos en resistencia.
La obra también se manifiesta con un piso a base de estibas deleznables que demuestran la inestabilidad de esta comunidad. “En mis obras también busco la dignificación de derechos y no la revictimización que algunos medios de comunicación expresan en sus noticias sobre estas comunidades", expresó el artista.
Con esta obra ganó el IV premio Sara Modiano 2016, que es una iniciativa privada de la Fundación Sara Modiano para las Artes. Se creó en el 2013 con el fin de impulsar la carrera de un artista colombiano al ámbito nacional e internacional.
“Mi concepción de resistencia como habitante de la periferia es alimentada al interiorizar el resistir como un hecho de paz, como posibilidad real de mantenerse firme a las convicciones propias que permiten construir un universo transgresor de aquello que pretende desestabilizar” dice Dayro Carrasquilla en su discurso.
Dentro de sus deseos está seguir realizando hechos sociales de paz para seguir transformando la periferia que lo ayudó a cimentar desde el arte.
Nelson Mandela es una comunidad que necesita un apoyo psicosocial que ayude a las personas a encontrar un espacio para el perdón y la reconciliación, más teniendo en cuenta que un artista solo no lo puede hacer. Por esa queda preguntarse si después de lo vivido en este territorio resiliente ¿merece el barrio Nelson Mandela ser reconocido como sujeto de reparación colectiva?