'Mandarinas': el amargo sabor de la paz en la guerra

'Mandarinas': el amargo sabor de la paz en la guerra

Una reflexión sobre la película dirigida por Zaza Urushadze

Por: Jerónimo García Riaño
mayo 20, 2015
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'Mandarinas': el amargo sabor de la paz en la guerra
Foto: tomada de internet

Mientras me levantaba de la silla y bajaba las cortas escaleras para salir del teatro, sentí la tristeza recogida en mis ojos. Salí pensando en la tremenda capacidad que tenemos los seres humanos para darle importancia vital a aquellas cuestiones que poco tienen que ver con nosotros, con nuestros intereses, con nuestra existencia, y sí nos apropiamos y defendemos los intereses de terceros, sean políticos, religiosos o de cualquier tipo. Somos tan ciegos que matamos en nombre de otros, en nombre del que sea.

Mandarinas, película coproducida por Estonia y Georgia, y dirigida por el georgiano Zaza Urushadze, cuenta la historia de un hombre viejo que, en medio de la guerra entre chechenos y georgianos, a principios de los años 90, decide quedarse en el campo, resistiendo con su presencia al miedo por el conflicto que hizo mella en los habitantes de esa zona rural, desplazándolos hacia Estonia.

Un enfrentamiento cerca a su casa, en la casa de su vecino cultivador de mandarinas, deja varios muertos y dos heridos, uno checheno y otro georgiano. El viejo, llamado Ivo, decide recibirlos en su casa y prestarles auxilio hasta que se recuperen completamente. Sin embargo, la inherente condición que Ivo pide para que sigan en su casa estos dos hombres, Ahmed, el checheno, y Nika, el georgiano, es que no deben atacarse, no deben matarse, no les pide paz ni respeto, pero les pide tolerancia. Por salvarles la vida, ellos deben respetarse la propia.

Ese tiempo de convivencia le permite a estos hombres (los refugiados, Ivo y el recolector de mandarinas), vivir en una naciente tranquilidad que empieza a mostrar visos de perdón y olvido, pero la ciega guerra de nuevo pone sus manos sobre los habitantes de esa casa.

Esta película es un ejemplo sutil de paz que se puede lograr cuando dejamos de atacar y empezamos a entender al otro. Tal vez nuestro conflicto armado no esté lejos de una situación como la que ilustra Mandarinas. A lo mejor la paz se logre con estas acciones que trascienden la firma de un tratado en un papel.

Ivo, el personaje principal, es el ejemplo hecho carne de la compasión, de la solidaridad, del respeto a la vida, del servicio, pero sobre todo del perdón, de ese perdón sin rencor, tallado con el verdadero olvido. Al final de la película se entiende porqué.

Recomendado probar estas Mandarinas, ya están en cartelera.

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