Entre las atrocidades cometidas por Salvatore Mancuso, una especie Hannibal Lecter, de sicópata criminal ofuscado en la doctrina paramilitar del anticomunismo, las que se llevaron a cabo en la Universidad de Córdoba por encargo suyo no se borran de ninguna memoria.
Es que la toma de la Universidad por el paramilitarismo desde finales de la década de los noventa hasta bien avanzado este siglo, fue en efecto atroz: profesores y estudiantes asesinados o desaparecidos; secuestros, torturas, requisas cotidianas por tipos enmascarados, una administración y un estatuto universitario a la medida, la táctica del miedo como reemplazo de la cátedra en una institución académica.
La táctica del miedo como reemplazo de la cátedra en una institución académica
Por eso palpita y cobra vigencia hoy la imagen simbólica de hace 24 años por este mes de marzo, cuando un burro vestido con corbata y otros atuendos imprescindibles de todo burócrata, se paseó por los pasillos de esa Universidad en alusión al prototipo de rectoría impuesta por el paramilitarismo y, en particular, por Mancuso quien desde su mansión en un barrio pudiente de Montería determinaba destinos, terror, gobiernos y muertes.
“Por nuestros muertos ni un minuto más de silencio”, decía un grafiti que en su momento me emocionó de frente a una de las paredes de la Universidad.
Pero Mancuso anda de regreso. Trae confusión, anuncia tempestades, otros miedos. Ya que por estos lados nada es claro, está por decisiones de jueces entre preso y libre, se anuncia en los avisos noticiosos como si fuese de cristal transparente y frágil, se dice que tiene verdades y arrepentimientos, se dice también que tiene cuentas pendientes, facturas por cobrar, mentiras por repartir.
Cuesta creer que algo útil traiga consigo o pueda aportar quien causó tanto daño aún sin reparar. Cuesta creer, hablando de burros con corbata, que no represente él mismo una especie de Caballo de Troya que regresa como una ofrenda para revelar historias, pero lleve dentro una carga explosiva de nuevos venenos para diseminar en este país que tiene por costumbre dar vueltas en el mismo punto.
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