Nadie se explica por qué el gobierno colombiano ha sido tan descuidado con el tema del paramilitar Salvatore Mancuso, listo a viajar a Italia y no al país para responder por los delitos que cometió cuando era comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Mancuso ya cumplió su pena en los Estados Unidos por narcotráfico. Doce años fue su condena. En estos momentos aguarda en Ocilla, una localidad de Estados Unidos ubicada en el condado de Irwin, en el estado de Georgia, mientras lo trasladan hasta Nueva York y de ahí parte con destino a Italia, tras fallo de juez federal que ordenó deportar a Mancuso hacia ese país europeo.
Estados Unidos había informado oportunamente al gobierno colombiano que Salvatore Mancuso iba a quedar libre luego de cumplir su pena en Estados Unidos. Afanosamente sonaron las alarmas en busca de un expediente abierto en Colombia para solicitar su extradicción al país. Todo fue en vano. ¿Por qué Colombia no estuvo atenta para tener la documentación necesaria para retenerlo?
Toda clase de aseveraciones se han hecho, pero la que ha tenido más acogida es que al gobierno de Duque no le conviene su llegada al país porque sería un testigo clave para hablar de los presuntos nexos de Álvaro Uribe con el paramilitarismo, al igual que su primo Mario Uribe. Sin embargo, hasta ahora todo queda en simples especulaciones hasta tanto no se corroboren dichas declaraciones ante las autoridades competentes.
Cabe recordar que el exparamilitar Salvatore Mancuso, en diversas ocasiones, ha declarado que el expresidente Álvaro Uribe Pérez sí sabía sobre la masacre de El Aro. Afirma que en aquella época se utilizó el helicóptero de la Gobernación de Antioquia para transportar a los paramilitares. Álvaro Uribe era el gobernador de Antioquia. También ha dicho que las autodefensas participaron en la financiación de la campaña reeleccionista del exjefe del Estado. Tal vez por ello se explica que el gobierno de Duque no le interese que Mancuso llegue a Colombia.
Varias han sido las salidas en falso por parte de varios funcionarios del gobierno de Duque y de él mismo. Sin embargo, para subsanar el tema el presidente se refirió en su cuenta de Twitter: "Salvatore Mancuso tiene graves deudas pendientes con la justicia colombiana y por eso se ha pedido su extradición. Si piensa ser deportado a Italia, acudiremos a los principios de jurisdicción universal por crímenes de lesa humanidad. Sus crímenes no quedarán en la impunidad”.
Obviamente, Duque se mostrará molesto ante los demás, pero tras bambalinas seguramente estará feliz porque se quitará un problema de encima. No se puede pensar algo diferente. La total desidia es evidente. Igual pasó con el guerrillero Jesús Santrich. No se enviaron a tiempo las pruebas para extraditarlo. Y terminó libre al igual que Mancuso. Al final de cuentas, todo queda en la impunidad. Nadie responde. En estos casos, al menos deberían caer cabezas de aquellos que eran responsables de estar al tanto de estos casos. Por ineptos e inoperantes. Pero parece que esto sucede a propósito, pues no pasa nada, salvo algunas declaraciones dándose golpes de pecho. Causa dolor e indignación.
Si hubiera llegado al país, más de uno temblaría porque Mancuso empezaría a hablar de políticos, comerciantes, hacendados, ganaderos y empresarios que tuvieron relación con el paramilitarismo.
Queda un sinsabor agridulce, por el momento. Esperemos que desde la península itálica, de alguna forma Mancuso decida dar testimonio sobre todo lo que aconteció cuando era comandante del Bloque Catatumbo y miembro de la cúpula militar de las AUC.
