En mi más reciente noticia ciudadana preguntaba: ¿en la escala de fanatismo a Uribe eres Uribista, Uribestia o Furibista? Como no podía ser de otra manera, llovieron los insultos, las amenazas y los improperios. Los adjetivos más suaves que me prodigaron fueron “pro-guerrillero” y “mamerto”. De este último quiero ocuparme.
Hace poco Santiago Molina Roldán publicó en este portal una nota titulada ¿Qué significa ser mamerto? En ella comentaba que la palabra mamerto se utilizaba en Colombia para todo: “muchas personas, que la utilizan a diestra y siniestra sin saber realmente a qué se refieren…Quien dice mamerto pretende entonces insultar y faltar al respeto con ese adjetivo".
Yo no me siento aludido cuando alguien me tilda de mamerto. Y no me resiento porque, ateniéndome a lo que dice sobre el término la Fundación del Español Urgente —Fundéu—: “Mamertos son aquellos «individuos pusilánimes aferrados al maoísmo, un comunismo de segunda categoría, inferior políticamente al también anacrónico marxismo-leninismo»”, nada más lejos yo de identificarme con esa corriente.
Hablemos claro. Yo soy antiuribista, pero eso no significa que por serlo tenga que ser ‘santista’, ‘petrista’, ‘robledista’, ‘cepedista’, ‘chavista’, ‘fariano’ y etc. Si no me gusta el Real Madrid no necesariamente tiene que gustarme el Barcelona. ¿O acaso el Bayer Múnich o el Manchester United no son equipazos? En Colombia tendemos a polarizar todo y a todos: si no estás conmigo, estás contra mí. O eres blanco o eres negro. Federalista o Centralista. Bolivariano o Santanderista. Liberal o Conservador. Proparaco o Proguerrillo. No hay tintas medias.
Muchos colombianos simplemente somos ‘anti’, antitodo: antiuribistas, antisantistas, antipetristas, antiguerrilleros, antiparacos, antiviolencia, anticorrupción…Creemos que los extremos y los extremistas son perjudiciales y peligrosos.
En cuestiones políticas opino que en todos los partidos colombianos hay gente buena y respetable. Como también hay manzanas podridas que con su hedor perjudican la imagen de los impolutos.
Yo soy ‘anti’ porque no le creo sus mentiras a Uribe; soy ‘anti’ porque creo que Santos también es un mentiroso; son ‘anti’ porque Petro, Piedad Córdoba y Robledo me parecen déspotas, anacrónicos y sumamente ególatras. Soy ‘anti’ porque la lucha armada, sea de derecha o de izquierda, me repugna.
Yo no soy mamerto, soy ‘anti’, por ello no respondo improperios e insultos en las redes sociales. ¿La razón? Pues porque yo no soy igual a mis detractores. Yo soy antiviolencia.