En reciente entrevista de Cecilia Orozco Tascón, periodista del diario El Espectador, con el profesor de la Universidad Industrial de Santander, Óscar Vanegas, ella le hace la siguiente pregunta: “¿Usted se define a sí mismo o se reconoce como “mamerto”, término peyorativo y burlón con que se descalifica, en ciertos círculos, a personas que trabajan en materias de derechos humanos o derechos comunitarios?” A lo que el profesor Vanegas contesta: “Si ese término con que se pretende descalificar al otro significa ser comunista o ser un “guerrillero intelectual”, no lo acepto.”
La periodista cuando dirige su pregunta, y el entrevistado cuando responde, se equivocan de cabo a rabo: “Mamerto” en realidad nada tiene que ver con los derechos humanos o derechos comunitarios, ni se limita —aunque incluye a los comunistas. (Confieso no tener ni idea que es un “guerrillero intelectual”). Engendro del finado economista Jorge Child, “mamerto” era un apodo —más burlón que peyorativo— que se refería a la imposibilidad de tragarse —o mamarse para ser más prosaico— los discursos y escritos eternos de varios de los líderes de la izquierda en la década de los sesenta: Gilberto Vieira, secretario del PCC, y Filiberto Barrero, que era su mano derecha. En esencia el “mamerto” sostiene que los intereses de la sociedad siempre van a estar mejor tutelados por el Estado que por los codiciosos individualistas que sostienen que el Estado es un pésimo y corrupto administrador. El “mamerto”, burócrata activo o en potencia, lo que busca ante todo es fortalecer el Estado, de paso colectivizando a la sociedad.
El “mamerto” sostiene que los intereses de la sociedad
siempre van a estar mejor tutelados por el Estado
que por los codiciosos individualistas
La red social Taringa trae sobre los “Mamertos” una divertida e interesante reseña: “Mamertos para la mayoría son aquellos que o bien militan en algún grupo de izquierda o bien se portan de la forma como la mayoría consideran que proceden los "izquierdosos". Estos son los que condenan el TLC, el abultado presupuesto para la guerra, la justicia penal militar, los organismos internacionales de crédito, el capital financiero o la privatización. No importa si estos llamados mamertos ya no desayunan con los acordes de La Internacional que salen de una grabadora vieja (“…arriba los pobres del mundo…”) o si ya no se ponen trémulos cuando escuchan Trova Cubana. En medio del sectarismo ideológico, algunas organizaciones de izquierda, en disputa permanente por nuevos feligreses, consideraban que el PCC era timorato porque rechazaba lo que este juzgaba aventurerismos prematuros. De la mezcla de esos nombres y del colombianísimo término “mamarse” surge la palabra mamerto. En la jerga de la izquierda colombiana “mamertiarse” puede ser o bien abandonar y posponer cualquier lucha (cualesquiera sean las razones), o bien adoptar posturas que se juzgan propias del PCC.”
Lo que sí ocurre con cierta frecuencia es que la izquierda en general y los “Mamertos” en particular suelen concentrase en los derechos humanos de las víctimas de los paramilitares, y muy pocas veces prestan atención a las víctimas de los narcoterroristas, ya sean de las Farc o del ELN. La izquierda, igualmente, suele concentrarse en los derechos de los victimarios y no en los derechos de las víctimas. Por otra parte, la izquierda tiene una desagradable tendencia a asumir que los únicos ‘grupos comunitarios’ son los indígenas o los afrodescendientes. Pero resulta que somos 50 millones de colombianos que deberíamos tener iguales derechos.
