"Mamá, nosotros la vamos a vengar"

"Mamá, nosotros la vamos a vengar"

Revancha, odio, necesidades, ganas de perdonar y recuerdos guardados. Viejos, jóvenes, mujeres, hombres, negros, indios, blancos están reunidos en Cali. Solo quieren que los oigan.

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agosto 04, 2014
Ana Lucia Dávila, madre de un joven torturado y asesinada por la Fuerza Pública en 1982, pegando una copia de la imagen de su hijo para que no sea olvidado. Los oficiales responsables fueron destituidos.

Diana llegó a Cali para asistir al Foro de Víctimas con la voz de sus hijos retumbándole en la cabeza. Ellos, escondidos debajo de una cama fueron testigos de cómo un hombre de las autodefensas abusaba sexualmente de ella. Recuerda sus palabras cuando tuvieron que huir y abandonar su vivienda: “mamá, nosotros la vamos a vengar”. La reacción de Diana fue por el contrario ganas de vivir, no para vengar sino para evitar que sus hijos “terminaran siendo como ellos”.

La familia, entonces se convirtió en una de las heridas abiertas que han dejados los 50 años de conflicto armado en Colombia. Cicatrices clasificadas en cifras por el Centro de Memoria Histórica: 5,7 millones desplazados, 220.000 muertos, 25.000 desaparecidos, 27.000 secuestrados.

En el foro, Diana no es un dato más en medio de una ecuación irresuelta de víctimas y victimarios. Está sentada afuera, lejos del auditorio donde invitados nacionales e internaciones dan comienzo al encuentro para la construcción de las propuestas que viajarán a La Habana.

Diez años y tres cirugías después, Diana no es un número sino un recuerdo que le confirma que a veces la reparación de las víctimas es un tema de azar. Y ella es una de las que no ha corrido con suerte. No ha sido reparada por el Estado porque su declaración desapareció de los archivos. “A las víctimas de paramilitares solo nos hablaron de perdón y olvido. No me gusta contar mi historia, pero quiero que a nadie más le pase y que no se cometan los mismos errores. Mis hijos nunca han tenido acompañamiento sicológico, tampoco yo. El mayor casi no habla, le da pena mirarme y a mí a ellos porque sé que escucharon lo que esa vez pasó”.

Alejo Vargas, director del Centro de Pensamiento y Seguimiento de la Universidad Nacional, dice que lo que pretenden con el Foro Nacional es facilitar que las víctimas puedan exponer sus propuestas con total libertad. Al tiempo que insistió en que estos espacios asisten victimas de distintos grupos armados y no tienen relación con la selección de los representantes de las víctimas para la delegación que asistirá a La Habana .

Eliécer Chávez ha sido víctima de los tres actores en el conflicto: paramilitares, guerrilla y ejército. Asustado por estar en medio del fuego cruzado abandonó su tierra y su vida en la cuenca de un río Chocoano. Era el año 2000 y para él y su familia, una época cuya dificultad resume recordando una cuenta sencilla: si quería comprar dos libras de sal, eso significaba que una era para la guerrilla.

Eliécer Chávez, secretario nacional de la Asociación Nacional Desplazados Colombianos (Andescol), que integra a 25.000 familias de víctimas de diferentes grupos armados - "Mamá, nosotros la vamos a vengar"

Eliécer Chávez, secretario nacional de la Asociación Nacional Desplazados Colombianos (Andescol), que integra a 25.000 familias de víctimas de diferentes grupos armados

Ahora es un chocoano bajo el frío de Bogotá. Vive en Ciudad Bolívar, un barrio tan vulnerado por las necesidades y la violencia que, incluso, algunos ven el desplazamiento como una virtud por las supuestas ayudas que concede el Estado. “Los desplazados viven bien”, le dicen.

Al oír hablar a Manuel Antonio Bedoya, un pescador desplazado por los paramilitares, también es posible ver cómo la guerra deja en las víctimas cicatrices más profundas que las que les deforman la piel. A los doce años, los tíos del papá, Sínforoso y Eliseo, aparecieron con el cuello abierto. Era el tiempo de la violencia bipartidista en que los niños aprendían a descifara hasta el corte franela.

Manuel ya tiene 73 años y medio siglo de víctima. En el 2000 dejó el caserío donde pescaba por los hostigamientos de los paramilitares, cuando las denuncias por asesinatos o el robo del motor de una canoa se convertían en una sentencia. Como desplazado en Buenaventura tuvo que volver a convivir con el paramilitarismo, esta vez en la calle. Lo hace hasta hoy, pues asegura que hace unos meses fue retenido por el grupo Gaitanista, “como se hacen llamar ahora los paramilitares en El Puerto”.

Manuel Bedoya enseña el libro en el que participó, recopilando 100 propuestas, realizadas con 1500 organizaciones, para enviar a La Habana. - "Mamá, nosotros la vamos a vengar"

Manuel Bedoya enseña el libro en el que participó, recopilando 100 propuestas, realizadas con 1500 organizaciones, para enviar a La Habana.

La notoria asistencia de víctimas como Manuel, Eliécer o Diana, víctimas del paramilitarismo, no ha sido bien recibida por algunos sectores quienes esperaban en los foros una mayor participación de las víctimas de las Farc, pues las propuestas finales serán para reparación dentro del proceso de paz que se adelanta con el grupo guerrillero.

La ONU y la Universidad Nacional defienden que la realización de los foros está sostenida por un trabajo previo realizado a nivel nacional con los colectivos que representan las diferentes hechos victimizantes (desplazamiento, violencia sexual, minas antipersona o reclutamiento de menores) y que trabajan con víctimas de los diferentes grupos armados.

De acuerdo con el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia, entre 1983 y 2013, en el país se han registrado 2.087 masacres. Trujillo, El Salado, La Rochela, Bojayá o el Naya, son los nombres quizás más conocidos de los lugares donde han ocurrido algunas de las peores matanzas del último tramo de la historia de Colombia.

Mientras se negocia un proceso de paz entre el Gobierno y las Farc, Diana, quien hace diez años se convirtió en una víctima sexual de los paramilitares, lee en las noticias que 200 paras empezaron a recobrar su libertad este mes dentro del programa de Justicia y Paz. “Como que uno no vale nada”, dice.

Con un discurso que ha ido elaborando como secretario nacional de la Asociación Nacional Desplazados Colombianos (Andescol), Eliseo explica que la propuesta que lo hizo viajar hasta Cali desde la capital es que se erradiquen las causas estructurales de la violencia porque, para él, el problema no es solo de actores. “Yo pido, bueno, anhelo, poder regresar a mi tierra”.

En el Foro Nacional de Víctimas también estuvo doña Ana Lucia Dávila, la madre de un joven detenido, torturado y asesinado por la Fuerza Pública. En medio de unos murales de reconocimiento de las víctimas ubicados a la entrada del auditorio, en algún momento la mujer se agachó para pegar un papel que habla del crimen de su hijo. La hoja tamaño carta está impresa en blanco y negro, con la imagen borrosa de su hijo torturado en 1982. ¿Alguien sería capaz de decirle que han pasado 32 años, que es mucho tiempo y que el dolor de perder un hijo es diferente si es víctima de uno u otro grupo armado?

 

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