Vuelo 8767 de SATENA. 10.15 el domingo 12 de junio de 2022
Aeropuerto El Dorado
A través de este medio quiero dar a conocer a la opinión pública y a las autoridades pertinentes el maltrato que ocurrió contra mi hijo, persona de talla baja que se moviliza en silla de ruedas.
El anterior asunto se derivó entre otras cosas de la necesidad de llegar al aeropuerto Olaya Herrera de Medellín para cumplir con un compromiso, y por lo tanto, compramos boletos de la aerolínea SATENA. Aparte de tener que subir por escaleras porque no había plataforma, después de hora y media de carretear en la pista, nos dijeron que debíamos desabordar por las condiciones del tiempo, tráfico aéreo y varias de esas explicaciones segmentadas que suelen ofrecer las aerolíneas.
Desabordar implicaba volver a bajar las escaleras del avión, para lo cual contábamos con la asistencia del personal, pero no deja de ser riesgoso e incómodo; máxime que fue en medio de un aguacero muy fuerte.
Por seguridad mi hijo nos entregó su equipaje de mano, ya que la silla que usan los aeropuertos es incómoda. Como venía asistido por el personal del aeropuerto lo llevaron por unas salidas y caminos distintos a los que iban los demás pasajeros (entre ellos nosotros, sus padres, que viajábamos con mi hijo).
Ese proceso implicaba entrar a otra sala de espera, y por lo tanto pasar por todos los filtros de seguridad. Dice Nicolás, mi hijo, que los funcionarios de seguridad fueron esta vez groseros y maltratadores.
El primer inconveniente fue que él no tenía el pase de abordar ni su colilla, pues se le cayeron en el momento del fuerte aguacero e incómodo momento en que lo bajaban del avión; a la funcionaria no le importó la situación y solo le contestaba, dice Nicolás: “en el desobligante tono del funcionario capitalino”, afirmando “sin colilla no lo puedo dejar ingresar a la sala”. La funcionaria sólo se prestó a buscar una solución ante la insistencia de la trabajadora de Marca Pasos que acompañaba a mi hijo.
Después vino el filtro de seguridad con unos funcionarios rudos y groseros, que le hicieron una requisa más minuciosa que nunca, en la que lo pasaron por la máquina de Rayos X y hasta los pañuelos higiénicos arrugados que traía en el bolsillo le obligaron a mostrarlos. Dice mi hijo “la funcionaria debió haber trabajado en el INPEC o algo así, ante esto mi hijo le hizo saber lo exagerado de su requisa y lo maltratado que se sentía; entonces la funcionaria exageraba su grosería”.
Mi nombre es Laura Cecilia Bedoya Ángel, la madre de Nicolás Ceballos, joven del que hablo, y viendo que este no llegaba a la sala después de un tiempo prudente, acudí a buscarlo. Llegué cuando la señora de la requisa se ensañaba con él, llevaba su mano a la mitad de los dos muslos con fuerza, sólo por decir un ejemplo, ya él le había entregado todo lo que tenía en los bolsillos, pues no llevaba más que sus papeles higiénicos. Quienes la acompañaban en sus actuaciones que eran varios, permanecían inmutables.
Luego llamaron a abordar y en ese momento estaba con mi hijo, -antes había pedido ayuda a funcionarios de derechos humanos que están en el aeropuerto y hay que reconocer que escucharon mi queja y me permitieron dejarla por escrito-. El asunto es que nuevamente volvieron a pedir cédula(la tenía el papá en la mochila que le recibió a Nicolás al momento de desabordar) y pasabordo, Nicolás no los tenía, pero en el primer abordaje se presentó y quedó registrado. Yo sí tenía el pasabordo que me dio SATENA, y como cosa rara, a nadie del aeropuerto le servía, y no contactaron la aerolínea sino que yo tenía que sacar de la nada el pasabordo que ellos querían.
Una de las señoritas acompañantes de Marca Pasos corrió por la cédula de Nicolás que la tenía el padre, no servía la que estaba registrada, ni una foto en el celular. ¡Ah! Y cuando llegó la cédula, ni la miraron.
Allí nos volvieron a requisar, yo protesté, dije, Nicolás todo este tiempo ha estado con gente de seguridad del aeropuerto, ¿Por qué lo van a requisar? ¿Ustedes no confían ni en su mismo personal?, la respuesta fue : “Hay que hacerlo”.
Tengo una pregunta, ¿entonces una aerolínea hace desabordar los pasajeros, los manda a las salas y no explica nada a la entidad, y quedan allí los usuarios a la deriva de los funcionarios del lugar a los que no se les ha comunicado nada y cada uno ejerce su propia arbitrariedad?
CONCLUSIÓN: El problema radica principalmente en la mala disposición de las funcionarias, que en vez de ser conscientes de que prestan un servicio público, tratan a los usuarios como sujetos a los cuales confrontar.
En el caso específico de la funcionaria de requisa, fue maltratadora en su requisa y sometió a mi hijo a un trato rayano con lo humillante.
Ya para terminar, quiero anotar que no es la primera vez que viajamos en avión y que sabemos los requisitos las condiciones.
Laura Cecilia Bedoya Ángel.