En los últimos años el comercio informal se ha convertido, al parecer, en el peor enemigo de las administraciones Monterianas. La manera como tratan a los vendedores que invaden “su” espacio público no es la mejor. Esas mismas personas que tal vez se tomaron la molestia de sufragar para que obtuvieran sus cargos públicos, ahora son su piedra en el zapato. La forma en cómo sus productos son arrojados al suelo por los oficiales de policía bajo órdenes del señor alcalde Carlos Eduardo Correa tiene indignada a la comunidad del Sinú. Y es que sus planes de trasladar a todo el comercio informal tienen protestando a los comerciantes, ya que el espacio ofrecido resulta en la opinión de los afectados, poco rentable para sus negocios, además de considerar esta decisión como improvisada ya que lo más adecuado para los comerciantes sería la creación definitiva de una central de abastos.
Es comprensible que los cambios generen confusión y temor entre los afectados, pero en mi humilde modo de ver las cosas, maltratando a las personas que sobreviven a través del comercio informal en la perla del Sinú, no es la mejor forma de lograr desarrollo señor alcalde. Es entendible que se quiera el desarrollo de la región, en este caso el avance urbanístico, con espacios agradables para los transeúntes. Lo que no es entendible es la forma en cómo se ha venido desarrollando el desalojo porque les informo que no están tratando con delincuentes ni mucho menos, son personas honradas, que cada día se esmeran por generar ingresos para sus familias. Son habitantes de la ciudad que usted dirige, es su deber velar por ellos y buscar la mejor forma de resolver esta situación. Montería vislumbra cambios, pero no con violencia ni perjudicando a los menos favorecidos, a quienes han vivido el desempleo y han sido emprendedores en la adversidad. Como decía el difunto se las dejo ahí.
@RiveroJuanDavid