Sí, leyó bien: maldita vanidad, a la que nos vemos sometidos desde el momento mismo de nacidos, empujados por la competencia de ser siempre los mejores en todo, de alcanzar el éxito, la fama y la riqueza a cualquier precio, que al fin y al cabo es pasajera.
Y es que con la llegada del COVID-19, al ser humano le ha tocado reflexionar a la fuerza en su cotidianidad, en lo que realmente es necesario o no, en lo que es importante y trascendente, en lo que nos quedará de enseñanzas cuando el virus haga todos sus estragos en nosotros y por fin decida irse para dejarnos en paz, o simplemente con las enseñanzas que necesitábamos.
“Parece que estuviéramos viviendo un sueño”, “la economía mundial está golpeada”, “sin economía no puede haber salud” y “cuánto tiempo más vamos a tener que soportar” son frases que se escuchan repetidas veces y es que era realmente necesario hacer un pare en el camino para dejar la maldita vanidad, esa que nos han metido por los ojos los medios de comunicación, que nos invitan al consumismo porque hay que estar de moda siempre y burlarse de lo que está out, que solo vanagloria al que está lleno de títulos, pero se olvidó que es tan importante un agricultor que nos provee de comida, como el presidente de una gran compañía que da trabajo a muchas personas; que solo habla de influencers en las redes, así lo que hable en muchos casos, realmente no sirva para nada e incite a nuestros jóvenes a malgastar el tiempo con jornadas enteras viendo videos, a que estemos pegados diariamente del valor del dólar y del petróleo, porque muchos allí tienen invertido su dinero.
Hemos hecho otras cosas mal, lo que nos ha llevado a creernos más que la naturaleza, aun cuando estamos siendo advertidos hace varias décadas sobre el desgaste de la capa de ozono por causa entre otras, de las industrias que no paran, el cambio en la calidad del aire que respiramos por la deforestación indiscriminada que es cada vez peor y nos llevan a enfermedades respiratorias; a creernos más que los animales, dominándolos, cambiando su hábitat para ser exhibidos, matándolos en competencias de cazas, porque son más importantes nuestras vacaciones y actividades de recreación en mares y bosques, que el disfrute y libre desarrollo del reino animal. Y allí no para todo, porque hemos cambiado nuestros valores, fijándonos e idolatrando solo nuestro yo, pisoteando a otros, la igualdad de sexos que nos lleva a los insultos permanentes, hasta abandonar familias, hacernos dueños de la vida de un bebé que viene en camino y decidir quién vive y quién no; y el tener y acumular riquezas, sin pensar en los demás, en cómo compartirlas.
Pero las cosas cambiaron y ahora un virus nos pone contra la pared, pues vale la pena hacer un recorrido por nuestras vidas y pensar en que hemos fallado como personas y como humanidad, porque ahora simplemente la naturaleza reclama lo que le pertenece, ahora solo debemos ver con ojos de humildad que lo que pensábamos era prioritario quedó atrás, ya no importa si tienes el mejor carro, vives en el mejor barrio, posees el mejor vestuario, o las joyas más valiosas, cuántos títulos universitarios tienes como un sello, cuál es tu salario, si tienes el mejor cuerpo después de jornadas inagotables de ejercicio o de las cirugías, si pudiste salir de rumba con los amigos y tomaste sin parar… Ahora realmente lo importante es: la salud como prioridad, la familia, el alimento diario, el techo y sobre todo volver a incluir a Dios en todos nuestros planes, porque si tenemos estos 5 componentes, ya somos ganadores, ya tenemos todo lo que necesitamos; y así mismo, los medios de comunicación también deben reevaluarse para volver a lo básico, a lo que es su ADN de servir a la comunidad, sin adulaciones, siempre con la verdad y la balanza en la mano.
¿Será que cuando termine la pandemia vamos a seguir siendo iguales?, ¿siguiendo solo la peste del dinero, el reconocimiento y el poder?, ¿del poseer y acumular cuando hay otros que mueren de hambre?, ¿de crecer en número de seguidores en las redes sociales propias, porque el ego vuelve y entra en juego? Maldita vanidad la que nos atrapa. Amanecerá y veremos.