En el día de ayer circularon noticias falsas relacionadas con monseñor Darío Monsalve. Según versiones espurias, el arzobispo de Cali le había enviado al papa Francisco una carta de renuncia.
Afortunadamente, él mismo aclaró ante los medios de comunicación que su renuncia se dará cuando cumpla 75 años, edad de su jubilación. La misiva que le envío al obispo de Roma está relacionada con la solicitud de un obispo coadjutor que lo reemplace después del primer semestre del 2023.
Así que seguirá en su valiente apostolado fundamentado en el Evangelio de Cristo; es decir, estar del lado de los seres humanos más necesitados y de todos aquellos que sufren violencia. El mandato del Divino Maestro es defender la vida, la paz, la dignidad humana, y por ende, a los más pobres y oprimidos.
Monseñor en su ministerio se ha distinguido por defender heroicamente los acuerdos de paz. También ha defendido a la minga indígena cada vez que ha padecido crímenes y todo tipo de atropellos. Su labor apostólica comprometida le ha ganado enemigos en el oficialismo. Persecuciones, injurias, calumnias y amenazas ha padecido este apóstol de la paz, pero él sigue adelante con una determinación y convicción admirables.
Una fortaleza así solo puede entenderse cuando se ha conocido de cerca a monseñor: es un hombre de Dios.
Tuve la fortuna de que fuera mi obispo en mi época de seminarista, y durante mi apostolado en una de las comunas de Medellín.
Por eso no me canso de elogiar su gestión y su vida ejemplar. Obispos y sacerdotes como él necesita este mundo plagado de intolerancia, violencia, discriminación y odio. Por último, su labor social siguiendo los pasos del señor Jesús seguirá redundado en bien de las comunidades más vulnerables y maltratadas en nuestro país.