Tras la tensa situación que se vive en el país vecino, algunos jóvenes tienen como opción dirigirse a la capital nortesantandereana a encontrar su sustento de vida, son decenas de venezolanos que día a día muestran sus destrezas y habilidades en algunas de las calles de esta ciudad, esperando obtener alguna moneda de cualquier valor.
Las escenas que muchas veces son protagonizadas por padres de familias con sus hijos a un lado, hacen del panorama algo desalentador, por eso allí la idea es ingeniárselas y poder captar la atención de los ciudadanos, todo con el fin de ganar algunos pesos, con actos que muchos llaman arte u otros simplemente critican.
¿Qué si es arte?
Para uno sí, para otros una invasión del espacio público, pero para los gustos los colores, aquí lo que podemos ver reflejado es la pujanza con la que se levantan cada mañana estos jóvenes y la intención de llevar un verdadero espectáculo, el rostro sudado debido a las fuertes temperaturas no se compara con la sonrisa que muchos de ellos regalan en su actuación.
Con aros, machetes, pelotas y cualquier otro objeto que les permita hacer malabares, convierten el tiempo de espera por el cambio del semáforo en una entretenida función de circo, es imposible no llamar la atención de los que pasan por ese lugar en ese momento, debido a que algunos de ellos llevan rastas, otros con su cabello rapados y una forma muy particular de vestir.
Lo que empezó en Egipto aproximadamente hace 400 años, hoy no parece perder valor en las calles de Cúcuta, se ha mantenido en el tiempo y ha trascendido fronteras, por el momento seguiremos encontrándonos con estos artistas que sólo esperan que su actuación sea remunerada con alguna moneda.