Mala leche
Opinión

Mala leche

La mala leche es tan abundante como el aire contaminado de la tierra. ¿Se habrá preguntado usted, de cuánta gente mala leche está rodeado?

Por:
noviembre 03, 2018
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Creo que ninguna frontera real o imaginaria la puede contener, tampoco los ilusos objetivos que se traza la ONU en cuanta declaración y fanfarria global se inventan los prepotentes de la diplomacia terrícola. Menos, los muros que levantan las naciones que aspiran a la pureza en medio de la impureza que fuerzan las migraciones, el romanticismo y la desigualdad.

La mala leche es tan abundante como el aire contaminado de la tierra. O más bien. Contamina al aire más que las emisiones de dióxido de carbono que tanto acusan los ambientalistas radicales.

¿Se habrá preguntado usted, de cuánta gente mala leche está rodeado?

En la alcoba -quizá- y hasta dormidos somos mala leche. No confundir.

Cuando no cedemos el turno o la vía en las calles como peatones o conductores voraces.

Al momento de elegir a nuestros gobernantes torturadores.

Cuando somos gobernantes y torturamos a los ciudadanos inermes.

El empresario que exprime hasta la última gota al trabajador necesitado.

El trabajador que tumba -al menor descuido- al empresario desalmado.

El incauto vecino que se hace el bobo y que -también al menor descuido- suyo, hasta maleficios le echa para torcer su buena suerte.

El hermano avispado que tumba a los demás hermanos con la herencia familiar.

Es mala leche el Estado que no protege a los niños y niñas abusados por la sociedad de violadores y maltratadores que hemos cebado con indiferencia supina.

Es mala leche el gobierno de cualquier nivel que se aprovecha de la ignorancia del pueblo para imponerle los impuestos de esta vida y la otra. Por aquello que es preferible más impuestos que la propia muerte.

El mecánico de su vehículo que le diagnóstica un daño y le repara otro con los mismos repuestos viejos y nuevos que nunca desmonta.

Hasta el vendedor de periódicos que le anuncia una mala noticia en los titulares de la prensa y luego usted se desencanta con los mismos pobres que mueren y los mismos muertos pobres que aparecen.

El encantador de serpientes que nos las hace aparecer como las más peligrosas y luego descubrimos que son simples “gusanitos estirados” por el maltrato de su encantador.

El médico de su EPS que le hace el examen de control de manera detallada desde la cómoda posición del computador y jamás lo toca ni con un mal pensamiento.

La señora de los tintos, el mesero o el hombre de servicio que estornuda sobre la ración servida antes de llevarla a su puesto de trabajo.

No hay tiempos de engaños. Los manuales de buena gente se venden menos que los de mala leche. Son Best Sellers que se agotan edición tras edición, además su lado práctico es más efectivo. Pruebe usted a ser mala leche en política para que vea como le va de bien.

Todas las personas de la conjugación del verbo “ser mala leche” son válidas porque abundan como esporas que transmiten la próxima peste mundial que nos borrará de la faz de este planeta mala leche.

Coda: si hacen falta más mala leches en el anterior listado (lo más lógico), lo reto a que se las tire de mala leche y sea feliz descubriendo o confirmando que usted es uno más.

 

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