El pasado 4 de junio, como desde tiempo atrás, los maestros del país salieron a las calles a presentar sus reclamos al gobierno de turno por los reparos que le hacen a las medidas que está tomando para el servicio educativo oficial. Sin embargo, en esta ocasión las manifestaciones no eran por el pago de sueldos atrasados y prestaciones, aunque no dejan de haber deudas en ese campo por saldar.
En grupos pequeños, los maestros osaron a salir a protestar por las medidas que tienen que ver más con asuntos de salud, enfermedad, médicos, sanidad e infraestructura escolar, los cuales inciden en la práctica y consecución de un modelo alternativo de clases para desarrollar los procesos de enseñanza-aprendizaje durante y después de la nefasta incursión del COVID-19 en el país y el mundo.
La Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Federación Colombiana de Educadores (FECODE) y la Asociación de Educadores del Atlántico (ADEA) enviaron un grupo representativo de sus miembros a varios lugares públicos de la ciudad y el departamento, obligados por las medidas de bioseguridad que se han impuesto en todo el mundo para tratar de contener los contagios por el coronavirus.
Esta vez no fue una multitud (que ha alcanzado 7.000 personas, entres maestros, padres de familia y alumnos de últimos grados y universitarios), como en otras ocasiones, que llenaba calles enteras entre un cordón de policías de lado y lado, y que daba lugar a que se apostaran casi agazapados cuadrillas del temido ESMAD, por si era necesario intervenir con sus gases lacrimógenos y tanquetas.
Ayer no más de 50 educadores (entre docentes y directivos docentes de ADEA y USDE, y líderes y activistas), previamente inscritos en sus sindicatos, permanecieron frente a la Gobernación del Atlántico. ¿Por qué este número? Para así poder garantizar la distancia física mínima entre persona y persona (dos metros) que la OMS ha estipulado.
En la calle 40 entre la carrera 46 y 45, de 9:00 a.m a 12:00 m, acompañados de 4 patrullas de la policía y unos 20 efectivos de ella, además de funcionarios de la Personería Distrital de Barranquilla, estuvieron estos docentes. Con sus voces pretendidamente aumentadas por un pequeño megáfono, resaltando el silencio del entorno (lejano del ruido usual que se escucha en las épocas normales en este sector de la ciudad), se hicieron escuchar.
Enmascarados como astronautas (con gafas y tapabocas), untados de gel antibacterial (repartido por los directivos de la ADEA) y llevando unas cuantas pancartas, hicieron eco de las voces de sus más de 12000 afiliados, quienes no pudieron asistir por las mismas restricciones de la pandemia, y expresaron los motivos del plantón.
Los voceros se quejaron en sus discursos y en las entrevistas de la propuesta del gobierno de Duque de abrir las instituciones educativas el próximo 7 de agosto sin “tener las mínimas condiciones para ello". Dijeron que "la planta física de los colegios no tiene suficiente capacidad para realizar actividades presenciales como lo estipula la norma" y que "habría que hacer de 3 a 4 pequeños grupos de 10 alumnos máximo para ello" (según explicó el profesor Grimaldo, fiscal de ADEA).
Por su parte, la licenciada Indira Benavides (secretaria de Equidad de Género e Inclusión), fue muy clara en expresar que ningún maestro consciente y padre de familia va a experimentar con la vida de niños y jóvenes como en un laboratorio. Además cuestionó: "¿quién va a costear la millonada que cuestan caretas y mascarillas confiables para unos 40 alumnos por cursos?, ¿cuándo se arreglará el problema del suministro de agua potable en todas las instituciones para tomar y lavarse tantas las manos?, ¿qué pasará con la provisión continua de jabones, alcoholes y antibacterianos, sin contar toallas desechables y vasos?, ¿será que el gobierno piensa poner sobre los hombros de las familias de los sectores populares este sobrecosto?".
Así mismo, Jesús Ávila, presidente de la seccional de FECODE en Atlántico, recalcó que el magisterio está dispuesto a cumplirle a los estudiantes y a la nación, como lo ha demostrado en esta emergencia. Lo anterior a tal punto que el gobierno tuvo que reconocer su entrega en este momento en que había todo para aplicar unos procedimientos pedagógicos virtuales, pero que a muchos les cogió por sorpresa, porque el Estado no los había actualizado en tecnología digital (quienes lo hicieron fue a costa de sus menguados ingresos). Acá cabe anotar que las clases de informática, por lo demás, son pocas en muchas instituciones por la escasez de profesores vinculados con conocimientos sobre este tema y la soterrada intromisión en la autonomía curricular de los planteles de básica primaria secundaria y media, que las reducía en la mayoría de los casos a solo una hora (sin dejar de lado que los equipos del aula especializada tenían una ocupación de al menos dos alumnos por turno).
Del mismo modo, William Orozco, presidente de USDE (Unión de Supervisores de Educación Seccional Atlántico), reforzó lo expresado por la profesora Indira Benavides. De paso, exigió la adecuada y necesaria financiación de la educación para enfrentar los retos de la modalidad virtual (ahora y después de la pandemia), fuera de una adecuada forma de hacerle frente a esta y a otras circunstancias que puedan sobrevenir en el futuro.
Igualmente, enarboló como fórmula política para superar las secuelas que dejará la pandemia lo presentado por FECODE en su pliego de peticiones. A propósito, el gobierno no ha respondido nada sobre lo concerniente a la reforma del Sistema General de Participaciones, que precisamente tiene que ver con la financiación adecuada de la educación y de los servicios esenciales como agua potable y saneamiento ambiental. Esta transformación debería garantizar un presupuesto adecuado y suficiente para aplicar las medidas científicas y pedagógicas más avanzadas procurando el desarrollo de las cosas, la promoción de los alumnos y el mejor futuro para los intereses nacionales.
Todos los entrevistados y oradores en sus discursos concordaron en que la educación presencial, como siempre lo habían exigido los educadores en la historia del país y de sus movimientos, cada vez más ha requerido condiciones especiales para estar a tono con el progreso de la ciencia, la tecnología y la cultura, que lamentablemente no se había podido conseguido en el país, lo cual quedó demostrado en forma ostensible en esta crisis del COVID-19.
La falta de presupuesto adecuado genera muchas brechas entre la educación urbana y la rural, la pública y la privada, la primaria y la secundaria, la media vocacional y la universitaria... mientras las distancias sociales cada día aumentan y el país continúa en el atraso.
El sol canicular del mediodía en la ciudad de Barranquilla dispersó al pequeño grupo de manifestantes, quienes con unos codazos de despedidas, aún a los patrulleros que los custodiaron, fueron saliendo de la estrecha calle y se perdieron mientras conversaban en forma normal rumbo a la estación más cercana de TransMetro y a la carrera 43, donde discurren la mayoría de rutas de la ciudad.