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Maduro y Uribe son muy parecidos: ambos son adictos al poder; han generado crisis humanitarias en sus respectivos países; son tan odiados como amados; se muestran férreos y generan sentimientos fuertes entre sus connacionales; han arremetido contra la libertad de prensa, de cátedra, la oposición y la democracia; han creado un lenguaje, estilo y forma particular de gobernar (para la muestra sus consejos comunitarios); les gusta aparecer en público y saben para qué sirve el micrófono y el lente de la televisión. Sin embargo, hay una diferencia: Maduro no permitiría jamás que las tropas gringas ocuparan su territorio, preparando una intervención militar (guerra) contra el pueblo hermano para extraer su agua, gas y petróleo.
Ahora bien, cabe anotar que así como Maduro no representa a la izquierda ni mucho menos al socialismo, Uribe tampoco representa a la derecha ni al capitalismo. La situación es peor: el primero encarna a la extrema izquierda y el segundo, a la extrema derecha. No obstante, pareciera que Maduro quisiera esconder sus preferencias por el ejercicio de una dictadura comunista y Uribe, su fascinación por el ejercicio de una dictadura fascista (uno defendiendo a los guerrilleros y el otro, a los paramilitares). ¿Ven?, ¿las diferencias no son tan sutiles?
Pero bueno, eso no es todo, otro punto que comparten es que ambos alimentan su ego «gracias» a una turba de enceguecidos fans, que más bien parecen analfabetas políticos. Al escuchar hablar a esta especie exótica de seguidores se ve que expresan las mismas incoherencias, muchas veces rayando con la estupidez. Lo anterior sin contar con que se refieren a su líder como a un dios y, es más, la realidad nos demuestra que son más agresivos (por no decir guaches) y menos preparados, tanto los miembros del gabinete de gobierno como los seguidores. De hecho, ambos han conformado su equipo de gobierno o cartel con cuotas burocráticas, es decir, cada uno ha pagado favores con cargos políticos. La corrupción y la mermelada han sido ejes transversales en cada uno de los regímenes, aunque la gran diferencia radica en el alto número de muertes sistemáticas y ejecuciones extrajudiciales que se dieron en el gobierno del colombiano y la manera en la que la mayoría de medios de comunicación arroparon, encubrieron y paladearon al führer, convirtiéndose en cómplices del tirano del Ubérrimo. Esperen… con el gobierno venezolano la situación tampoco ha sido tan distinta.
¿Saben? Sería interesante intercambiar de gobernantes, haciendo que Maduro lidere Colombia y Uribe (Duque), Venezuela, entonces así todos verían que los problemas no acaban, por el contrario, se parecerían tanto que solo cambiarían de color… No obstante, nuestro nivel de conformismo, permisividad, indiferencia, mojigatería, doble moral y profunda ignorancia nos deja ciegos y no nos permite entender a primera vista lo que ya está claro. En fin, estamos tan concentrados mirando con lástima al pueblo venezolano que no nos damos cuenta de nuestros problemas y de que el gobierno Trump nos mira con pesar a nosotros.
Espere, no se me vaya, antes de terminar sáqueme de una duda, yo ya le di mi opinión, ahora deme usted la suya: ¿cómo sería Colombia si fuera gobernada por Maduro y Venezuela, por Uribe? No sé qué respuesta me dé usted, pero para mí ambos son personas que se quieren mostrar con ideologías distintas, pero terminan siendo «dioses» paganos, timadores, culebreros y, para sus exóticos fans, «verdaderos».