Después de 22 años de régimen dictatorial en Venezuela, no se ha logrado el objetivo de ver el regreso de la democracia, tampoco de controlar los males que se extienden en los 24 municipios fronterizos. Colombia y la región siguen navegando en la periferia de una especie de base nuclear cuyo peligroso reactor central es el régimen de Nicolás Maduro, la mayor amenaza a la estabilidad democrática.
Este reactor tiene en riesgo la seguridad hemisférica, porque en Venezuela se cuece el mal mayor, se alimenta el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de armas y el contrabando. Este último le cuesta al país 5.000 millones de dólares anuales (20 % en fronteras), se estima que por Venezuela salen 400 toneladas de cocaína anual (35 % de comercialización mundial), se exportan 80 toneladas de oro en operaciones de lavado que vinculan a Irán, Turquía y a los colombianos Álex Saab y Álvaro Pulido, y cada día hay al menos entre 2 y 3 vuelos sospechosos.
Este reactor controla las compuertas que Rusia, Irán y Turquía utilizan para conquistar intereses geoestratégicos en occidente, a través del espionaje y dominio de los recursos estratégicos venezolanos, plantando en Atlántico y el Caribe estructuras de guerra cibernética y armamentista y moviendo las fuerzas bolivarianas, sociales y económicas del régimen. Así lo confirmó esta semana el general de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, Yahya Safavi.
Este reactor es la mente maestra de la Internacional Socialista del Siglo XXI que trabaja en exportar maquinaria extrema de izquierda a la región, promoviendo el anarquismo y la violencia urbana como ocurrió recientemente en Colombia y cuyo manual de instrucción fue incautado esta semana por las autoridades. Buscan instaurar dictaduras que se aferren al poder para subyugar al pueblo, usufructuar la riqueza y demoler las democracias. Emisarios de la izquierda colombiana siguen haciendo lobby ante el régimen, al lado del ELN y la ¨nueva Marquetalia¨ asistiendo a eventos aparentemente abiertos pero con carpa trasera para reuniones clandestinas adonde acuden exponentes del núcleo duro del comunismo global.
Este reactor es combustible del ELN y de ¨la nueva Marquetalia¨, amenaza que se posa sobre Colombia con Rusia e Irán detrás de escena trabajando en finanzas, armamento y adoctrinamiento. Pretenden recuperar territorio, reacomodar estructuras y demostrar capacidad como ocurrió el 24 de septiembre en la vereda Guayabita de Tuluá (V) al someter soldados indefensos que cumplían labores de desminado. Pronto veremos estos terroristas fusionados refundando el proyecto ¨insurgente¨ bolivariano, maoísta, leninista y relanzando el maltrecho ¨plan estratégico para la toma del poder ̈ buscando reeditar la trágica historia de violencia de la que queremos salir. No olvidemos que a inicios de la Política de Seguridad Democrática, la cúpula del ELN, Iván Márquez y Santrich huyeron de Colombia para asentarse en Río de Oro y Machiques en territorio venezolano. Ahora, la foto en la que posan sonrientes, con armas propias del clan del golfo, nos muestra que quizá están en los jardines del fuerte militar Tiuna en Caracas, o en Guárico, con el Paisa y Romaña bajo la tutela del hombre fuerte de Chavez, Ramón Emilio Rodríguez Chacín.
Y finalmente, este reactor tiene una importante línea roja de defensa sobre la frontera,
donde interactúan las Fuerzas Armadas Bolivarianas, con grupos terroristas y el clan del golfo, configurando la fuente de energía de un peligro inminente que sobrepasa la capacidad del estado colombiano para contenerlo.
Afinar la estrategia para desactivar este reactor que controla Maduro, es una prioridad para la seguridad hemisférica multidimensional, que debe enfocarse en alienar las bases hacia una implosión social, militar y política que obligue la salida del régimen, el juzgamiento de sus cabezas y la reconstrucción inmediata de la institucionalidad que fundó Bolívar.
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Colombia necesita reorientar su actitud estratégica de defensa y seguridad sobre la frontera y quizá sea la hora de crear una poderosa Fuerza de Fronteras
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El gobierno colombiano necesita reorientar su actitud estratégica de defensa y seguridad sobre la frontera, posicionarse en la línea, priorizando los 312 pasos fronterizos informales, quitándose el síndrome de la provocación y cumpliendo el mandato constitucional que obliga contener y neutralizar la amenaza latente que aquí se encapsula.
Estamos en mora de consolidar una potente barrera de control militar, policial, aduanera, migratoria, física y electrónica, así como humanitaria. Ha habido esfuerzos, pero no suficientes. Es prioritario implementar con recursos inimaginados y líderes experimentados, la más alta capacidad de Inteligencia y Contrainteligencia de Estado. Intervenir el 80 % de las localidades fronterizas del Catatumbo, Arauca y Nariño que integran las zonas futuro y con carácter urgente, pasar del papel y de la coordinación a la integración de esfuerzos, bajo mandos únicos, con saturación de presencia militar, policial e institucional efectiva y definición precisa de roles y misiones. Quizá llegó la hora de crear una poderosa Fuerza de Fronteras.
De lo contrario, en mi opinión, seguiremos contando la historia del gatopardo en la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: cambiar para que todo siga igual.
