El 10 de Mayo de 1957 derribamos en Colombia la dictadura del General Rojas Pinilla. Los partidos tradicionales estaban incómodos con el dictador, quizás porque sus medidas populistas le aumentaban su popularidad. Lo cierto es que godos y cachiporros ya se habían puesto de acuerdo en Benidorm para bajarlo del trono, para quitarle el apoyo que el conservatismo le había dado al golpe de Estado el 13 de Junio de 1953.
Lo mismo que está haciendo hoy la derecha en Venezuela lo aplicaron en ese entonces en Colombia y 16 años después en Chile. Se trata de utilizar a los despistados, desinformados e ignorantes para derribar el gobierno. Recuerdo que ese 10 de Mayo ayudé a quemar en Aguadas (Caldas) el Diario Oficial, el vocero de la dictadura, pero no recuerdo las razones que me motivaron. Este párvulo había llegado a sus 15 pero no tenía idea del por qué había tanto alboroto, ahora pienso que fue por recocha, por joder, por hacerme el guapo al lado de los chicos contemporáneos. Tampoco recuerdo quiénes lideraban la sublevación. Sé que hubo estudiantes muertos como los hubo el 8 y 9 de Junio de 1954, en la conmemoración de otro aniversario del asesinato de Gonzalo Bravo Pérez por la tiranía de Miguel Abadía Méndez.
Hasta ese momento yo no tenía idea sino de rezar, no sabía qué era una revolución y mucho menos qué planteaba el marxismo, ni siquiera sabía distinguir democracia de dictadura. En el colegio memorizábamos una pseudo historia universal y de Colombia pero sin ninguna crítica, aferrados a Henao y Arrubla, a Nicolás Gaviria y a otros autores mentirosos y parcializados a favor de la iglesia y la derecha. Así las cosas que iba a saber yo por qué estábamos en contra del gobierno y por qué quemábamos el Diario Oficial.
Al mirar ahora a los estudiantes venezolanos en manifestaciones, arrojando piedras y bombas incendiarias, deduzco que están siendo utilizados por los adecos y copeyanos al igual que lo fuimos nosotros por los liberales y conservadores. Decir que están acatando órdenes procedentes de Estados Unidos es una afirmación pueril, pues es algo tan experimentado en América Latina que quien lo niegue demuestra ser el más tonto de todos. Negar el acaparamiento de artículos de primera necesidad por los empresarios es pretender ocultar el sol con un dedo. Quien ignore que el objetivo central de la derecha venezolana y continental es bloquear la revolución bolivariana, impedir su consolidación, es un analfabeto político.
La burguesía venezolana, como la de todo el planeta, es egoísta, quiere disfrutar ella sola de todas las riquezas y no permitir que los pobres vivan dignamente, que se alimenten bien, que tengan educación y salud gratuita, que haya mayores oportunidades de empleo productivo, que se democratice la tenencia de la tierra. A todo esto se opone esa burguesía que quiere seguir viviendo a expensas de la fuerza de trabajo de los pobres.
Si no hay democracia en Venezuela entonces, cómo llegó Ledezma a la alcaldía de Caracas y cómo llegó Capriles a una Gobernación y cómo muchos funcionarios antirrevolucionarios ocupan cargos públicos. Lo que se está ensayando en Venezuela es la posibilidad o no de que el pueblo llegue y se mantenga en el poder sin apelar al uso de la fuerza física, al empleo de las armas, a la dictadura de los de abajo.
Armenia, 25 de Febrero de 2015 www.neopanfletario.blogspot.com
