Como la mayoría de colombianos, estoy infinitamente indignada con lo que está pasando en la frontera con Venezuela. Independientemente de que es una problemática de vieja data, el tratamiento a todos los colombianos (desde ciudadanos del común, pasando por empresarios y llegando hasta los expresidentes) por parte del que pareciera el heredero de Hitler —por lo menos en las prácticas que está mostrando contra nuestros compatriotas— no se compadece. Peor aún, el silencio cómplice y las manifestaciones tímidas de quienes debieran estar rompiéndose por los nuestros, por nuestra dignidad, por el respeto a un país que ha recibido y acogido con cariño y compasión a los hermanos venezolanos que sufren hoy la presidencia de un tipo tan básico como Nicolás Maduro y todo su cuestionado séquito; una vergüenza para la izquierda latinomericana.
Estoy harta de escuchar que por cuenta del Proceso de Paz tenemos que mamarnos lo que sea de ese gobierno fraudulento, como también de que la “diplomacia” signifique hacer un papelón de congoja en la frontera y tragarnos semejante sapo. Como escuché decir a un señor: “nos cachetearon las pelotas y ni pálidos nos pusimos”; o como dice Felipe Zuleta, “nos midieron el corozo”… y entró derecho. Como quién dice, ya nos tienen calibrados.
De nuestro gobierno, ya sabemos, ya vimos, ya escuchamos. Pero, ¿y dónde está Unasur? Imagínense… ¡Todos los cómplices callados!
¿Y dónde están los mandatarios regionales? ¿Las ONG defensoras de los derechos humanos? ¿Los congresistas? ¿La Iglesia? ¿Los colombianos mismos?
Me enorgullezco de los medios de comunicación que han mostrado suficientemente la situación y han apoyado informando minuto a minuto sobre este desastre; pero también me declaro hincha de Donamaris Rodríguez, el alcalde de Cúcuta, quien a diferencia del Gobierno Nacional y todo el mundo, ha tenido el valor de decir abiertamente unas cuantas verdades al gobierno Maduro en entrevistas y a través de su cuenta de Twitter (@DonamarisRPL): “Anti Bolivariano y Antichavista es el gobierno de Nicolás Maduro, les quitó hasta la cédula que les dio Chávez. Que entienda el presidente Maduro que Bolívar quería era integración, no desintegración. No veo entre ustedes miembros de bandas criminales y menos contrabandistas a gran escala. Veo HECHOS ANTIBOLIVARIANOS”. Así lo registró el diario El Nacional de Venezuela.
Que es una cortina de humo; que se vienen elecciones en el vecino país y la xenofobia ayuda; que, como dice Gardeazábal en su columna “Maduro con mantequilla”: “No podemos sentarnos a conversar con Maduro como personas racionales porque él todavía cree que a su país lo puede manejar como cuando estaba al timón de un bus en Caracas”; que todo lo que quieran, pero este demente se está llevando por delante a nuestros compatriotas y poco se está haciendo.
Muchos son indocumentados, sí; que en la frontera hay una bomba social que vive explotando por diferentes razones, también. Pero mientras el primitivo y elemental Maduro hospeda a Timochenko, deporta a colombianos de bien, trabajadores, humildes.
¡Hasta el próximo miércoles!