De las muchas contradicciones que encierra el discurso de este personaje, Nicolás Maduro la que más llama la atención a cualquiera que tenga al menos una noción de lo que implica el uso del calificativo de fascista, término con ánimo descalificativo dentro de su argot cotidiano, para dirigirse a quienes se oponen a él, disentiendo de su forma antidemocrática e inconstitucional de gobernar.
Según la propia definición del término: ideología política autoritaria y nacionalista. Y sus principales características:
NACIONALISMO EXTREMO. Maduro no escatima oportunidad alguna para escudarse en Venezuela como nación, ante cualquier observación, reclamo o agravio en su contra. Jamás habla en nombre propio sino del país como tal.
AUTORITARISMO. Concentra el poder en un líder o grupo y reprime la disidencia y la oposición.
TOTALITARISMO. Controla todos los aspectos de la vida social, política y económica.
MILITARISMO. Glorifica la guerra y la violencia para lograr sus objetivos políticos.
REPRESIÓN. Utiliza la violencia y la intimidación para silenciar a los opositores. Habría que agregar a su caso: el cinismo y desparpajo, para humillar a sus adversarios. Cabe entonces preguntarse.
¿Será que el personaje en mención, sin darse cuenta, se está describiendo a sí mismo? ¿Será que usa términos que según su apreciación, podrían darle aires de intelectual sin serlo. ¿O que el otrora chófer de buses y sindicalero, desconoce totalmente el significado del citado concepto?