Hasta hace unos meses el nombre de Nicolás Maduro era tan popular que era más objeto de burla que de denuncia seria de posibles abusos de su “régimen” a los derechos humanos en Venezuela. Maduro estaba en boca de periodistas sarcásticos reconocidos y otros no tanto, de caricaturistas, de memes, de canciones, etc.
Maduro era el hazmerreír del continente. Pero, para el caso de su vecino, no fue sino montar en el Palacio de Nariño a un recomendado del “antiguo régimen” para ser el centro de atención, que con sus piruetas y jugaditas de espectáculo se ganó el corazón grande de muchos colombianos. Solo bastó con expresarse sobre asuntos de su país y ahí empezó a reflejarse la visión de mundo de la clase dominante. Eso sí, cabe decir que el actual presidente de Colombia viene de familia posicionada, eso le facilitó recibir toda la ayuda material, incluso vivir años en el exterior para venir a gobernar a su país; mientras Maduro era chofer de bus en Caracas.
Maduro seguía en el poder y cada vez menos eran sus “descaches”. Luego de sortear sendos eventos en Venezuela, se sintió con la seguridad de seguir opinando, esta vez sin tanto equívoco. Ese Maduro que se veía como canciller de Chávez volvió a aparecer. La crisis económica y social se seguía recrudeciendo en Venezuela, pero después de largos sucesos la violencia mermó, o por lo menos los medios masivos del continente no los tenían más en sus titulares.
Los países de derecha de la OEA —que son mayoría— señalaban a la Venezuela madurista como violadora de los derechos humanos. Había que castigar al tirano. No era posible que se utilizara la fuerza contra los manifestantes. Hasta la OTAN no descartaba una acción militar contundente hasta que el oso moscovita empezó a merodear y a mostrar sus dientes. La cosa se quedó quieta por un tiempo. De todas maneras Maduro era solo un dictadorzuelo hecho para hacer reír a los contradictores del socialismo; su misma boca condenaba al fracaso lo propuesto por Chávez.
Tan poderoso y peligroso era Maduro que sostenía a la moribunda Cuba pos-Castro, cosa que no logró hacer ni la misma Rusia postsoviética. Maduro comenzaba a ser visto como amenaza más que un simplón criollo que trataba de imitar al Comandante Chávez.
De pronto, en 2018 al Zócalo azteca llega AMLO. No había duda, los medos señalaban cierta relación del triunfo de López Obrador con la influencia izquierdista de Maduro. Venezuela al frente de los comicios manitos. La sospecha se acrecentó por las posturas de AMLO frente a lo que pasaba en Venezuela. Igual, Maduro algo tenía que ver con la victoria de AMLO, decían los medios.
Luego, empieza a tambalear Honduras. Y sí, Maduro otra vez. Pero ahora con su “sátrapa” sandinista. Daniel Ortega, el puente de Maduro en Centroamérica. Y Maduro con pocas alusiones pintorescas; poco material para el amarillismo político de los noticieros. Así mismo, el todo poderoso Maduro, con su influencia dirigió las marchas de inmigrantes que iban hacia Estados Unidos, o por lo menos las llegó a alimentar.
En Perú, PPK salía por escándalos. Los trenes del poder en las antiguas tierras de Tupac Amaru chocaban. Vacíos de poder evidentes. ¡No podía descartarse la influencia de Maduro! Maduro era un peligro para la nación inca, puesto que gracias a él Perú se inundó de venezolanos que venían a hacer de las suyas. La tensa relación entre el saliente gobierno y Maduro fue tensa. Sin embargo, Maduro tenía sus garras en lo que pasaba en Perú.
Y vuelve Colombia. Los estudiantes salieron a reclamar educación pública, y hubo disturbios; pero la viceministra y algunos dirigentes godos, salieron a decir que los revoltosos eran pagados por el mismísimo presidente de Venezuela. Caracas dirigía la agitación en toda Colombia. Es más, en el imaginario de muchos colombianos aún se cree que todos los hermanos patriotas son agentes del chavismo y que solo salieron de su tierra para cumplir las órdenes de Miraflores y su profecía; la única misión: implantar el evangelio chavista. Otra falacia de la clase que ha gobernado a Colombia por casi dos siglos. Un distractor; de todas maneras ya Maduro no debe tomarse en broma.
Ecuador se sublevó contra Moreno. El recomendado de Correa no siguió la pauta, se “independizó”. La gente no soportó la acción del gobierno y se tomó las calles. Hizo tambalear al ejecutivo. Después de algunos fallecidos, los movimientos indígenas lograron, unidos a otros sectores, echar para atrás el paquetazo “leninista”. Y sí, otra vez Maduro. Según Moreno y otras voces del costado derecho de América Latina, la Venezuela chavistomadurista financió a los movimientos sociales, pero esta vez además metió a las disidencias de las Farc. Otro logro “imperial” de Maduro. Ya Maduro era tomado en serio en el continente.
No le echaron la culpa de la quema de la Amazonía brasilera, pero algo podía decir que alborotara al pueblo carioca. Bolsonaro no ahorraba palabras para criticar a caracas mientras su selva se charruscaba. Había que estar pendiente en la frontera, no fuera que Maduro enviara a su gente a dizque colaborar para quedarse con el Amazonas y a castrochavizar con su ejército díscolo al país. Maduro, no obstante comenzaba a perfilarse como un ente poderoso, y por eso no faltarían las acciones preventivas que el mismo excapitán brasileño destacó en estos días.
Penúltima semana de octubre de este 2019, y todavía Chile arde. Los militares han sido autorizados por Piñera para suplir el poder civil. Los medios influyentes solo muestran los saqueos y olvidan las verdaderas causas de la protesta ciudadana. Al momento va una decena de muertos y cientos de quejas de abusos de la todavía vigente fuerza pinochetista. De todas maneras, los medios no sacan a Maduro.
Ahora, en Bolivia parece que el indígena sigue en el trono que ocuparon los blancos poderosos. Todo lo posible para sacarlo. Un golpe de Estado se concina decía el aymara. Pero como Maduro le apoya, él mismo lo puso, le prometió defenderlo y enviar fuerzas si era el caso. Total apoyo al nuevo dictador Evo Morales. La Venezuela madurista sostiene a Evo. ¡Qué gran poder tiene Maduro! ¡Qué influencia!
Curiosamente, es inverosímil pensar cómo un gobernante de un país en crisis pueda influir tanto, a sabiendas de que el modelo que defiende es un fracaso según la pauta de los expertos en neoliberalismo y en democracia; de todas maneras ya no es el objeto de burla. Ahora, si no es cierto, como parece ser, las opiniones de los gobernantes derechistas, de exgobernantes de dudosas actuaciones democráticas y cuyos negocios se acrecentaron desde sus períodos, de frustrados sátrapas que no han podido llegar al poder en los países “comunistas o castrochavistas”; lo hacen tan cierto sus ecos y gritos que los imaginarios podrían confundirse y creer sin haber pasado por el mínimo filtro crítico. De todas maneras, por lo menos no deja dormir a muchos poderosos de la región. El bochinche derechista no ahorra esfuerzos para echar la culpa de los males generados por doscientos años de desigualdad a otros.
La ridiculización de personajes como Maduro, sin hacer lectura de la idiosincrasia y solo con la intención de alimentar el consumo de noticias sin contextualizar. De todas maneras, se ha pasado de la mofa de los mismos sectores poderosos del continente, a las acusaciones severas de intromisión en asuntos de otros países por parte del bigote de Maduro. Irónicamente, son esos mismos sectores que no han mostrado un interés verdaderamente humanitario con la situación venezolana y hasta han pedido acciones militares en las cuales no serán los poderosos quienes estén en el frente sino los hijos de los pobres, todo bajo el espejismo de defender la visión democrática de las potencias sedientas de petróleo y otros recursos.
En definitiva, Maduro ha hecho historia en las teorías de la conspiración latinoamericana sea cierto o no. Tan influyente es que, solo con mover su bigote hace tambalear gobiernos y levanta cientos de miles de personas a lo largo y ancho de la sufrida América Latina. Entonces, podemos decir acompañados del viejo adagio que: ¡el enano se creció! Y gran parte de esa emulsión “crecedora” ha sido dado por los sectores dominantes y sus medios de difusión.
Habrá que esperar qué futuro gobierno le echará la culpa a otros, recordando el complejo de Adán cuando echó la culpa a Eva por haber comido el fruto del árbol prohibido. Desde que esté Maduro, cualquier cosa se le puede achacar; y si llegare a faltar, ya saldrá otro personaje de pretexto.