El hombre que abofeteó a Emmanuel Macron en la región de Drome (sudeste de Francia) hace dos días fue condenado este jueves a 18 meses de prisión, de los cuales 14 en suspenso, con orden de ingreso, una sentencia severa y simbólica por "un ataque intolerable a la institución". Damien Tarel, de 28 años, fue juzgado en comparecencia inmediata en el tribunal de Valence. Se enfrentaba a una pena máxima de tres años de prisión y una multa de 45.000 euros.
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Además de la pena de prisión -fue encarcelado el jueves-, se le priva de los derechos cívicos durante tres años, se le prohíbe ejercer cualquier cargo público de por vida, se le prohíbe la tenencia de armas durante cinco años y tendrá que someterse a un seguimiento psicológico. En una dura acusación, el fiscal, que pidió 18 meses de prisión, denunció "un acto deliberado de violencia, profundamente inadmisible". Dijo que el gesto "no sólo pretendía golpear, sino rebajar y humillar", según informan varios medios de comunicación. "Es un ataque intolerable a la institución, a la presidencia de la República. Hay una especie de fría determinación en el acusado. (...) No hubo gratuidad en este acto", dijo.
Antes de los alegatos, el interrogatorio de Damien Tarel había dado un giro político hacia el jefe del Estado, en nombre de los "chalecos amarillos" y los "patriotas" a los que decía pertenecer. Consideró que Emmanuel Macron simboliza la "decadencia" de Francia y que su gesto, "lamentable" y afirmado bajo la influencia de la impulsividad según él, pretendía poner de manifiesto el sentimiento de "injusticia" de los "Chalecos Amarillos", movimiento social nacido en Francia en el otoño de 2018, que no son "escuchados".
Damien Tarel, que es un apasionado de las artes marciales, la caballería y el manga, explicó que unos días antes de la visita del jefe de Estado había considerado "lanzar un huevo" o "un pastel de crema" en su dirección, pero que había abandonado la idea. Explicó su gesto, el martes, por la "sorpresa" de ver al jefe de Estado acercarse a él, mientras éste venía a encontrarse con un grupo de curiosos al final de una visita a la escuela de hostelería de Tain-l'Hermitage.