El líder de la Colombia Humana demostró su poca humanidad al usar el asesinato del futbolista Andrés Escobar como bandera de guerra para hacer populismo en Twitter. El pasado fin de semana a Petro, por atacar al Tino Asprilla, se le fueron las luces.
Ciertamente al Tino Asprilla se le perdona su ignorancia. El ex futbolista no representa un peligro para nadie; no dirige ningún partido político ni está en el Congreso. A decir verdad él tiene derecho a apoyar al Centro Democrático y rendirle pleitesía a Uribe pese a que este partido atenta contra todo lo que el Tino es. Después de todo no se le puede pedir mucho a un hombre que en la misma cuenta de Twitter invitó a la fuigitiva Aída Merlano a refugiarse en su finca y que en más de una ocasión le ha coqueteado a Esperanza Gómez.
Sin embargo, en el caso de Gustavo Petro es diferente. Se trata del líder de la oposición al gobierno actual. Por lo tanto es un hombre que debería dar ejemplo. No puede igualarse al nivel del Tino. Petro es un personaje que estuvo a punto de ser presidente, y a decir verdad, pese a estar en extremos opuestos es asombrosamente similar a Trump. Ambos son impulsivos y les encanta despacharse contra el mundo en Twitter.
Preocupa que el líder de la oposición en Colombia sea Gustavo Petro. Para contrarrestar al gobierno actual se necesitan argumentos de peso y comportamientos ejemplares. No se puede caer en el juego de que quien grite más alto es quien más se hace escuchar. Petro ha demostrado ser tan pasional que con tal de atacar a Álvaro Uribe no tiene problema en igualarse a él. Si un gobierno de Petro hubiese sido como otro Uribe pero de izquierda, estaríamos ante dos personajes cortados por la misma tijera. No por el peligro que representa el uribismo debemos descuidar a la otra orilla.