¿Qué hacer cuando tu esposo te cambia por una mujer menor y te deja sin nada?, ¿es el fin?
Soy una mujer de raíces campesinas, educada por sus abuelos maternos del Tolima, cuya formación estuvo basada en principios y en sumisión al esposo, situación que en el futuro me traería grandes dificultades.
A los 23 años conocí a un hombre que se preocupaba por mí, que me enamoró con sus detalles y que me motivó a formar un hogar, algo que era común que las jóvenes de mi edad hicieran. Tuve una buena vida, nunca pasamos grandes necesidades, por la cual no me pareció necesario aprender un arte o desarrollar alguna actividad económica. Mi esposo llenaba por completo mis necesidades y la de mis hijos.
Sin embargo, todo dio un giro. En el 2013, de manera repentina y sin saber motivos ni razones, mi esposo decidió irse de casa. Sin saber qué pensar y qué hacer, tomé la decisión de investigar qué estaba pasando. No podía entender cómo un hombre que por más de veintitrés años había sido un buen esposo decidía irse sin motivos. Mi pesquisa no tardó en arrojar los primeros y definitivos resultados: mi amado esposo había decidido irse con una mujer veinte años menor que yo.
¿Qué hacer cuando el hombre al que les has entregado toda su vida decide abandonarte? Esa fue la pregunta que rondó en mi cabeza, mientras el dolor, el sufrimiento y las lágrimas eran lo único que me acompañaba.
Había transcurrido un año desde ese incidente, cuando mi hija de quince años escribió una nota que decía “odio a mi papá y odio a mi mama” e intentó suicidarse. Cada día que pasaba mi situación se hacía más difícil, pero en ese instante decidí que era momento de cambiar y renacer, tanto por mis hijos como por mí. Eso sí cambió por completo mi vida
La primera decisión que tomé fue buscar nuevos horizontes, que encontré internados en las profundas selvas de San Vicente del Caguán, un territorio inhóspito, sin energía, sin señal de teléfono... Allá la necesidad de un docente era urgente, pero nadie se atrevía y a mí la labor de enseñar me apasionaba. Entonces, acepté esta misión que llamé “nueva esperanza”. Con el apoyo de la comunidad fundamos la escuela que llamamos como quería que mi vida fuera a partir de ese momento.
Toda escuela necesita tablero y sillas, pero eran doce horas por trochas para llegar. No obstante, esto no fue un gran inconveniente para un maestro que ama lo que hace: me cargué el tablero y lo llevé a la que sería la escuela. Las sillas se improvisaron y empezamos a trabajar: formamos la junta de acción comunal y empezamos la lucha por tener una escuela. Al final, con sacrificio y lucha campesina logramos tener un espacio donde todos los días 21 estudiantes llegan en busca de adquirir nuevos conocimientos.
Como ven, toda dificultad trae su solución. Con toda la experiencia, para mí quedó claro que las mujeres podemos cambiar el mundo, pero es necesario hacer una rebelión, de ahí nace la idea de que toda mujer tuviera su vaca y su propia marca de ganado. Este proceso hizo que las solicitudes de marcas se agotaran en San Vicente del Caguán y naciera EMUPPAZ, educando mujeres para construir paz. Al día de hoy hacen parte 31 mujeres, que se empoderaron de sus vidas y ahora apoyan a otras a realizar sus sueños.
Por mi parte, a mis 50 inicié la universidad, aunque algunos me dicen que “loro viejo no aprende hablar”, yo solo sé que puedo y quiero porque. Espero muy pronto darles la oportunidad de leer mi libro y que conozcan que las mujeres no tenemos límites.