Luz al final del túnel (verde)
Opinión

Luz al final del túnel (verde)

Por:
julio 22, 2013
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Te levantas. Vas al baño. Usas tu cepillo dental. Te bañas. Te secas. Te vistes. Sales al trabajo. Saludas. Haces lo que debes hacer. A veces vas a otro baño. Comes algo. Usas tu otro cepillo dental. Sigues laburando. No olvidas saludar ni cuando te despides. Haces alguna vuelta pendiente. Pagas tus impuestos. Vuelves a casa. A veces el día es distinto, una vez cada tantos años, y entonces vas a votar. Pero al final del día, igual que todos los días, te lavas las manos antes de irte a acostar.

Un día te despiertas y sientes el fin del mundo en la esquina. No es hora de seguir siendo el indiferente que se escondió entre la rutina y la costumbre. Y te sales del libreto de lo-que-se-supone-que-alguien-como-tu-debe-hacer. Siempre es hora de rectificar el camino, ¿quién dijo que no? ¿Acaso esto ya no se llama destino sino condena?

En Envigado un grupo de ciudadanos se unió espontáneamente por la alarma que despertó en ellos la tala de árboles de lo que se ha denominado Túnel Verde (un amplio sector de paisaje de sombra sobre la avenida fronteriza con Medellín) algunas personas llevan años en el proceso de llamar la atención por vías jurídicas, otros llegaron justo antes que comenzaran a caer los árboles. El trazado del Metroplus, reclama un nuevo carril y por eso contempla que deben desaparecer —literalmente— cientos de árboles que llevan décadas  allí, que no sólo son sombra sino hogar, que son paisajismo y pulmón, que son tradición y excepción en este desierto al que llamamos ciudad. Estos ciudadanos han ejercido el derecho de ciudadanía que muchos creen que debe dormir hasta las próximas elecciones cuando salen tantos a votar sin leer el programa que se propone y donde la diferencia entre publicidad y propaganda está en que cambian un nombre donde siempre ponen una marca.

No voy a hablar del apoyo de múltiples conceptos técnicos y académicos favorables a la ciudadanía sobre las posibilidades distintas para el recorrido del Metroplus que pueden #SalvarTunelVerde (hastag con el que se conoce el movimiento en redes sociales). No voy a hablar de los editoriales de los principales medios de comunicación de Antioquia que han hecho ver la miopía e inconveniencia de continuar con la obra tal como la contemplan hoy. No voy a hablar de la carta firmada por todos los miembros del Concejo de Medellín en pleno pidiéndole al alcalde Aníbal Gaviria —en su condición de Presidente de la Junta del Metroplus— analizar esta decisión. No voy a hablar de la Acción Popular que instalaron estos ciudadanos y que, por hoy, tiene detenida las motosierras que han enviado al suelo más árboles de los que programaron en la primera jornada de tala.

Hablo del hecho que, desde esta esquina del área metropolitana, este movimiento que permanece activo dicta una lección al país: no recibe dinero de nadie, todos aquí aportan lo que pueden, lo que tienen y lo que saben, acamparon 17 días en los árboles para cuidarlos y mientras uno traía una manta, un vecino trajo comida y el otro linternas y aquella las pilas y estos dos unas hamacas. Hablo del ejemplo como método y argumento que es lo que se ve acá. Hablo de la diversidad como factor de unidad porque aquí he visto igual al estudiante que al jubilado, al deportista y al geek, al músico y al diseñador, al ama de casa y al niño y al pintor, al abuelo, al vecino y al que viene de lejos porque siente que aquí también tiene algo qué decir porque tiene mucho qué sentir. Hablo de esto: en un país de paros que cierran las vías como método de presión que desemboca en hospitales primero y en cementerios después por cuenta de la violencia que se respira en el aire te encuentras, bajo la sombra de este túnel verde, una propuesta de protesta distinta que apela a la calma y a la noviolencia. Que llama a la sensatez. Han salido a marchar ya un par de días y ni siquiera al hacer eso cierran esta vía. Hablo del Esmad que ha venido a acompañar la retroexcavadora y no a defender al ciudadano que subido a un árbol pide paz también con lo natural. Hablo de la bandera de Colombia ondeando orgullosa en manos de este colectivo de gentes distintas que piensan que la palabra progreso puede rimar con regreso sin que eso signifique dar pasos atrás sino aprender, de verdad, a caminar. Hablo de los integrantes de un colectivo sin protagonismos ni segundas intenciones que cree en lo que otros llaman utopía y que ellos ven como realidad. Se puede ejercer ciudadanía sin el grito si encuentran oídos sinceros que los quieran escuchar.

Hay quién los acusa porque los ve defendiendo un asunto mínimo mientras hay grandes preocupaciones (que la selva de Chocó o que el Amazonas, dirán) yo pienso que no hay causa pequeña y que todo estaría mejor si aprendiéramos entre todos a cuidar la casa, solo para comenzar. Que son de clase alta señalan otros como si fuera pecado, ¿y es que los derechos solo son privilegio exclusivo de un estrato? Además es un dato incorrecto si vienes acá a hablar con ellos al que se suma que la palabra “rico” es una forma de la mentira en nuestra sociedad. Hay quienes no están de acuerdo y eso está bien, pero no significa por eso que esto que están haciendo otros esté mal. Nadie aquí obliga a nadie a pensar igual. Les dirán ingenuos, por insultarlos, pero creo que allí reside también su fuerza. No se equivoquen: cuando dicen #SalvarTúnelVerde están hablando de la vida no solo vegetal. La generación del descontento pasa del trino al hecho, sabe que la opción no es tan simple como callarse y ya. Venga el desenlace que sea para esta historia algo habrá que decir desde ya: hay gente aquí que ya no es la misma que era cuando llegó a este lugar. Y en eso gana el país y pierde la conformidad. Veo luz al final del túnel (verde).

 

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