¿Luz al final del túnel?: con densos nubarrones

¿Luz al final del túnel?: con densos nubarrones

Con una visión optimista, el profesor Ricardo Mosquera analiza las señales de recuperación que empiezan a darse en medio de una pandemia controlada

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diciembre 21, 2021
¿Luz al final del túnel?: con densos nubarrones

La crisis socioeconómica que develó el Covid-19, especialmente en países en desarrollo, evidenció la importancia de la ciencia, tecnología y la innovación, no solo para encarar los problemas generados en la coyuntura, sino para responder a demandas estructurales asociadas a la productividad, aumento del valor agregado y en especial en el mercado del trabajo, la generación de empleo. La importancia de la infraestructura sanitaria, el acceso a bienes de consumo colectivo (salud, vivienda, educación) e inversión en ciencia y tecnología, reflejan las desigualdades entre países y al interior de los mismos, como lo mencionó Joseph Stiglitz: “Los países donde ha habido éxito, no sólo son países con gobiernos efectivos, con instituciones robustas y buena ciencia, también tienen un alto nivel de confianza entre los ciudadanos y el gobierno” (20/01/2021)

Sin embargo, como también lo sostiene el nobel de economía: “La pandemia demostró las consecuencias de 40 años de neoliberalismo, 40 años de denigrar la importancia del gobierno y la acción colectiva” .En efecto, fueron inútiles los llamado de la OMS para hacer de la vacuna un bien de interés público/colectivo y no un negocio de la industria farmacéutica, que competía por la conquista de nuevos mercados, restándole importancia a los países pobres, que no tienen la misma capacidad para adquirir la vacuna, los cuales aún hoy registran miles de muertos y contagios.

En un mundo globalizado, donde las economías de escala son claves para cerrar las brechas tecnológicas, la cooperación bilateral o multilateral es fundamental para poder desarrollar una comunidad científica que comparta el conocimiento como bien universal creando sinergias entre regiones para prever nuevas catástrofes biológicas y sus consecuencias sociales. (Desigualdad, pobreza, desempleo). La variante del covid19(omicrón)ya empieza a preocupar su propagación no solo en Europa y Estados Unidos, sino en otras regiones, y aun son impredecibles los impactos en la economía global.

Como señala la CEPAL en su reciente Reunión, refiriéndose al I+D comparando la región latinoamericana con países desarrollados y algunos emergentes, como es el caso de China, no hemos podido cerrar la brecha, sino que además esta se ha profundizado en los últimos años. En efecto, Estados Unidos, la Unión Europea, la OCDE y China tienen un nivel de gasto en I+D relativo al producto interno bruto (PIB) superior al 2%. Esta cifra llega al 3% en el caso de los Estados Unidos y supera el 4% en la República de Corea. Además, el gasto en I+D respecto al PIB en dichos países entre 2013 y 2019 aumentó cerca de 0,2 puntos porcentuales. América Latina y el Caribe, en cambio, además de tener un gasto en I+D unas cuatro veces menor, redujo dicho gasto del 0,65% del PIB en 2013 al 0,56% en 2019. (Tercera Reunión de la Conferencia de Ciencia, Innovación y TIC de la CEPAL,13 a 15 de Diciembre de 2021).
Lo anterior ralentiza el crecimiento de la economía mundial, con riesgo de estancamiento. Después de unas proyecciones optimistas en el año 2021, el próximo año las cifras son moderadas, tanto a nivel global como en la región, un crecimiento de la inflación, crisis de los “conteiner” y el cambio en la política monetaria de los bancos centrales, que frenan el dinamismo de la economía. Según estimaciones del FMI, el PIB mundial crecerá un 4.9%, mientras que las economías desarrolladas como USA (5.2%), China (5.6%), Alemania (4.6%), Reino Unido (5.0%), Japón (3. 2%).América Latina proyecta un mediocre crecimiento del 2.9% con consecuencias que se reflejan en la generación de empleos, que seguirán en dos dígitos para muchos países, en el caso de la región del 11.2% y para Colombia se prevé una tasa del 12.3%, sin contar los altos niveles de informalidad (48%).

El reciente aumento del 10.07% en el salario mínimo estimula la demanda efectiva de quienes ganan menos de un millón de pesos (12 millones de colombianos), con lo cual se busca reactivar la economía del país sumado a que, por primera vez en 36 años, el ajuste ha sido concertado. No obstante, la inflación podría neutralizar este incremento, pues no tenemos regulación de precios y existe un desequilibrio en la balanza comercial. Este llegó a 1.519 millones de dólares, un incremento de 652 millones de dólares, pues importamos más de lo que vendemos. En lo corrido del año 2021, el déficit comercial del país alcanzo 12.391 millones de dólares, mientras que en igual período en el 2020 fue de 7.802 millones. Estás compras externas crecieron 56.8% con relación a 2020, con una alta revaluación del dólar ($4.000 por dólar), y una devaluación del peso, que solo beneficia a los exportadores agropecuarios (café, palmeros y al sector minero).

A esta coyuntura económica, se agrega la incertidumbre política que vive la región latinoamericana, donde la polarización entre extremos favorece opciones de centro-izquierda, como ya ocurrió en Uruguay (Pepe Mújica), Perú (Pedro Castillo), Honduras (Xiomara Castro) y el reciente caso de Chile con Gabriel Boric. Este resultado señala cuánto ha cambiado Chile, considerado uno de los países más estables de Latinoamérica, después de protestas, efectos devastadores de la pandemia y modelo de neoliberalismo. The Economist señala que este triunfo podría ser tendencia, puesto que en Perú ,”Pedro Castillo, un maestro campesino aliado del Partido Comunista, fue elegido presidente en julio, Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil, lidera las encuestas para las elecciones presidenciales del próximo año y en Colombia Gustavo Petro, un exguerrillero de izquierda, es actualmente el favorito para las elecciones de mayo”. (The Economist 20-12-21)

Nuevo presidente de Chile promete enterrar al neoliberalismo

En sus inicios Boric criticó el sistema económico de Chile, a los partidos tradicionales de centro izquierda y centro derecha que han gobernado el país desde el fin de la dictadura militar de Augusto Pinochet. En segunda vuelta, el líder izquierdista de 35 años se volvió más moderado, firmando un acuerdo con el gobierno que facilitó la convocatoria a la nueva constituyente, que algunos consideraron concesiones a la derecha. No obstante, los miembros de la nueva constituyente son mayoría de izquierda e independientes, lo cual podría facilitar la gobernanza en Chile. Su contradictor, Kast impopular entre los jóvenes y las mujeres, católico ultraconservador propuso retroceder el aborto con vínculos familiares con el fascismo. De manera expresa ha dicho: “si Chile fue la cuna del neoliberalismo en Latinoamérica, también será su tumba”.

Pero, se enfrenta a duros retos, pues a pesar de su holgada victoria (56%) en las elecciones presidenciales, el Senado ahora está dividido equitativamente entre la izquierda y la derecha. En la Cámara Baja, su coalición solo tiene 37 de los 155 escaños. Requiere acuerdos amplios para aprobar las reformas, que incluyen: “aumentar los impuestos en un 8% del pib en dos mandatos de cuatro años, abolir los fondos de pensiones privados, acortar la semana laboral a 40 horas, aumentar el salario mínimo, crear un sistema de salud universal y condonación de la deuda estudiantil”.
En la campaña electoral, Boric prometió repetidamente enterrar al neoliberalismo. Eso parece poco probable, por ahora. En cambio, el plan, dice, es hacer de Chile una socialdemocracia con un estado de bienestar. Su equipo ve a los países nórdicos y especialmente a Uruguay como ejemplos, no a Cuba. Sin embargo, “el camino a Montevideo pasa por Buenos Aires”, se advierte, aludiendo a la simpatía de Argentina por el populismo.

Las Lecciones de Chile

Chile ha sido un referente para América Latina por su modelo exitoso en crecimiento económico, que llegó a considerarse como “La Baviera de la región” (ricos de Alemania), con avances en infraestructura y educación, pero que ocultaba la desigualdad social y los altos niveles de pobreza. Con un sistema político tradicional, heredado de la dictadura de Pinochet que quiso sepultar para siempre el “socialismo chileno”, que lideró Allende con la Unidad Popular. Hoy Colombia, que tiene indicadores económicos más bajos que el país austral, una pobreza galopante, desempleo e informalidad, sumada a corrupción, violencia y narcotráfico, afronta una agitada campaña electoral que cambiaría el Congreso y elegirá nuevo presidente.

El clima político indica polarización, odio, egocentrismos y calumnias, donde la esperanza también debería ganarle al miedo, buscando una construcción colectiva, una suerte de “destino común”, que unos denominan Pacto Histórico, otros Coalición de la Esperanza, y otros que se sienten experimentados (Equipo Colombia). Esta última, es la centro-derecha, donde aún o es claro si el candidato del Centro Democrático (Oscar Iván Zuluaga) estaría en el partidor junto al partido conservador, el exministro Echeverry y los exalcaldes Peñalosa y Gutiérrez.

En la coalición de la Esperanza, seis precandidatos disputan su liderazgo (Amaya, Cristo, Fajardo, Galán, Gaviria, Robledo), comparten un programa común, pero no lograron unificar listas al congreso, puesto que el Nuevo Liberalismo iría con listas propias.

En el Pacto Histórico, todo estaría más definido por el liderazgo inobjetable que tiene Gustavo Petro dentro de esta coalición y lograron conformar listas únicas, lo cual pronosticaría más curules en el congreso y solo estaría pendiente su fórmula vicepresidencial.

Dada esta división, podríamos anticipar que no hay un claro ganador en primera vuelta, lo cual demanda alianzas (entre distintos), sobre unos principios programáticos que permitan gobernabilidad. ¿Serán capaces los sectores alternativos y de izquierda pasar de ser oposición a ser gobierno? O seguiremos prisioneros del caudillismo y mesianismo de los partidos tradicionales, liderados por una clase dirigente de terratenientes, ganaderos y financistas, que viven de las rentas, no generan capital productivo y algunos establecen oscuras alianzas con grupos ilegales. En la reciente polémica Uribe-Santos, es muy diciente que el expresidente Santos, que firmó los Acuerdos de Paz advierta que la estrategia de esta pelea ya no funciona y le propone que como expresidentes “le haríamos un gran servicio a Colombia si en lugar de dar tanta lata- por ejemplo, en estas elecciones-, permitimos que surjan nuevos liderazgos para que afronten los inmensos retos que hoy tiene el país: la pobreza, la desigualdad, la inflación, la deuda, la inseguridad, todas disparadas”. El Tiempo 20/12/21

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