Hace dos meses un campesino del río Chagüí fue objeto de un disparo en la mano por oponerse a la erradicación de cultivos ilícitos. Estaba desarmado, no tenía vinculación con grupo armado alguno y solo buscaba darle el sustento a su familia, en un territorio donde se subraya la exigua presencia del Estado. Días después, el policía que le había disparado regresó a la vereda como si no hubiera pasado nada y el campesino desolado, asustado e impotente, aún continúa comprando medicamentos, realizando terapias de rehabilitación y desplazado en la zona urbana de Tumaco sin la ayuda de ningún ente municipal, departamental o nacional.
Hace menos de 24 horas, 9 campesinos fueron ultimados y varias decenas heridos. La versión oficial manifestó que es por culpa de disidencias, no obstante, no estaban armados y ante los antecedentes, ya sabemos a quien creerles. Los campesinos se encontraban indefensos y su delito era hacer parte de la cadena económica que los acuerdos de paz prometieron sustituir y que hasta ahora no se ve asomo de implementar.
Tumaco es el lugar con mayor producción de coca en Colombia, paradójico primer lugar si se lo compara con que su producción de coca es cuatro veces mayor que el promedio nacional. Se requieren salidas efectivas y menos discursos por parte del Estado para que avancemos en construir equidad social y desarrollo económico por medio de activos lícitos.
Más de 360.000 hectáreas esparcidas en todo el territorio podrían generar agricultura y transformación de los productos en un pueblo donde las 2/3 partes de su población económicamente activa no tiene empleo o vive de la informalidad. Para eso se requiere que la administración municipal encuentre la brújula, la gobernación realice acompañamientos serios y el gobierno asuma su real función. Bien podría crearse una comisión intersectorial entre el Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Industria y Comercio trabajando en equipo. No se requieren solo visitas con paños de agua tibia, pues el hambre es cuestión de todos los días y las oportunidades escasean.
Hoy que estamos ad portas de elecciones, bien podría venir la comisión segunda de Cámara o la del Senado que se encargan de seguridad, puertos y comercio (todo lo que se necesita por aquí) no solo a degustar la mejor gastronomía de latinoamérica, como generalmente lo hacen, sino a proponer soluciones que no vuelvan a propiciar esta masacre, que repudiamos y le expresamos toda nuestra solidaridad a las víctimas y comunidad.
Tumaco y el Pacífico están de luto. Del Estado depende parar esta masacre y prevenir con acciones que no vuelvan a ocurrir, tal como dice el refrán popular: "Sin pan no hay paz".