Bien temprano el lunes 30 de agosto nos enteramos del nombramiento del nefasto Alberto Carrasquilla como codirector del Banco de la República, una cachetada directa a millones de colombianos que lo repudian y desprecian, un sujeto de marras autor de la lesiva reforma tributaria, que fue el detonante para una protesta nacional que inició el 28-A y se prolongó por varios meses, en las que el señor presionado por la indignación general, renunció. Su nuevo cargo, inmerecido por cierto, es de trascendencia: el Banco de la República es el banco central del país, el cual emite la moneda y controla toda la política monetaria. “El Banco de la República ejercerá las funciones de banca central. Estará organizado como persona jurídica de derecho público, con autonomía administrativa, patrimonial y técnica, sujeto a un régimen legal propio [1]”.
Iván Duque reta al pueblo colombiano con esa designación, pero confirma que apoya no solo a una persona con tantos antecedentes en contra del pueblo colombiano, sino que gobierna un país virtual; les recuerdo que Carrasquilla, alias “bonos de agua”, fue el mismo que embaucó arropado en ese momento de exministro, hombre de mundo, supuestamente brillante, de grandes contactos, con su carita de yo no fui, a muchos alcaldes, con el cuento de alcantarillado para varios municipios. “En total, el mecanismo de los bonos de agua endeudó por 441.000 millones a 117 municipios por 19 años, sin opción de pagar los créditos en menor tiempo”, al final ni agua pero sí deudas.
Aunque también el lunes amanecimos en una ronda por los medios de la MinTic Karen Abudinen, que en un país donde se entendiera que es responsabilidad política, la señora ya estaría fuera del cargo y con los organismos de control detrás, pero nada, la señora muy fresca se atornilla al cargo, sus entrevistas dejaron más dudas todavía. Y llegó a señalar culpables, lavándose las manos olímpicamente porque tan desdichada señora no vio nada: “Sí estamos hablando de un caso de corrupción y le voy a decir por qué. Esto fue un entramado en el que cometieron actos delictivos y de verdad aquí hay algo importante en este caso: este entramado no se hace solo. Estos operadores, estos contratistas se disfrazaron y van engañando al Estado, a los funcionarios también. Pero también es cierto que tuvieron también funcionarios que apoyaron esta trampa contra el Estado” [2]. Esa afirmación es el colmo del descaro.
Y para finalizar ese mismo lunes, nuestro querido Duque viajó a Leticia, departamento del Amazonas, región olvidada por antonomasia, en el cual expresó con indignación que los países ricos deben invertir más dinero en la protección de medioambiente por la afectación del cambio climático, pero acá su bancada y sus aliados dejaron hundir el acuerdo de Escazú. Aunque todavía más indignate, diría, más aberrante, fue la escenografía donde se desarrolló la reunión, el presidente, asesores y algunos ministros sentados en la mesa, cual raza pura y élite dueñas del poder y tanto adelante como detrás de todos ellos sentados en el piso, miembros de una comunidades indígena que en plata blanca es lo que llamamos la cosificación de esas formidables culturas.
Lunes de pasión, sí señores.
Referencias
[1] Constitución Política artículo 371
[2] Blu Raio
