“Quinchía es un pueblo muy bonito, como todos los pueblos de Colombia”, dice Luisito Muñoz al recordar su origen en el Departamento de Risaralda. “Viví una niñez muy bonita, una niñez con carencias económicas, pero con mucho amor de familia y amor al trabajo, cosas que valen más que el dinero, la verdad, experiencias que estarán allí permanentes en mi corazón”.
La familia de este intérprete la conforman tres hermanas mujeres y un hombre que es su manager y mano derecha, de sus padres, su madre falleció hace cinco años. Es un artista que se hizo a pulso, le gustaba cantar desde niño y como buen campesino creció cogiendo café y compartiendo labores agrícolas al lado de su progenitor.
Dice que apenas tuvo uso de razón, sintió inclinación por la música, vocación que creció con el tiempo al descubrir el talento de su voz que le ha permitido alcanzar un lugar de privilegio dentro de los artistas de música popular, marcadamente romántica. Éxitos como Si supieras, Alma de niña, Mi más grande locura, Llora su dolor, Volviste tarde, Te han visto llorar, entre muchos otros, lo llenaron de reconocimiento llevándolo a convertirse en un auténtico ídolo de la juventud colombiana.
Su padre cargaba un radio en la cintura, también Luisito, otro pequeño, donde escuchaba emisoras que reproducían música de Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas, El Caballero Gaucho, los artistas de ese momento, luego Darío Gómez, cantantes que de alguna manera influyeron en su gusto musical. Pero su gran referente fue el mexicano Joan Sebastian, a cuya música se encariñó mucho y, de hecho, del repertorio del mexicano grabó una canción, Alma de niña, que los colombianos convirtieron en una canción de catálogo.
A Luisito Muñoz lo reconocen por ser una buena persona, no se considera famoso, sale a la calle, va al cine, a los restaurantes, va a mercar, paga servicios, como lo hace una persona corriente y, si alguien lo aborda para una fotografía o un autógrafo, “yo lo tomo como algo normal, como una persona a quien Dios le ha regalado un don con el cual ha subsistido y vive de eso”.
Con relación al impacto que actualmente tiene la música popular en el país, este artista piensa que esos ritmos siempre han estado allí, en la cultura, en el alma de la gente, lo que ocurre es que “antes daba pena reconocer que se escuchaba música popular, así les gustara, pero hoy en día los jóvenes están metidos con nuestra música y la cantan y los talentos que han salido han dado pie para que esta música continúe vigente”.
Quinchia, también conocida como La Villa de los Cerros, es la tierra que vio nacer a Luisito Muñoz, el olor a café lo formó recio, con una pinta de actor de novela que ha conquistado el corazón de muchas jovencitas y le ha dado caché a la música popular.
En este momento, después de Ángel o demonio, que fue un tema que el año pasado traspasó fronteras y sigue sonando en la radio, acaba de lanzar Cómo le hago, cuya composición es de Jessi Uribe, un tema con aires rancheros del que espera mucho y que seguramente volverá a meterse en el gusto de los despechados de todo el país. La grabación la hizo con su marco musical de siempre: Los emigrantes.