Desde que Luis Pérez Gutiérrez, candidato a la Gobernación de Antioquia por el partido Liberal y Cambio Radical, fue rector de la Universidad de Antioquia he venido haciendo seguimiento a sus planteamientos sobre educación y el desarrollo de Antioquia. De hecho, cuando fue director del Icfes tuve la oportunidad de leer sus propuestas sobre cómo mejorar la calidad de la educación en el país. De su paso por la Alcaldía de Medellín fui conocedor de sus políticas de renovación urbana, que sirvieron de base para que Sergio Fajardo consolidara en su gobierno la transformación urbana de Medellín.
Sin las bases de la gestión del gobierno de Pérez había sido imposible que el exalcalde Fajardo lograra con plenitud la tan publicitada trasformación urbana de Medellín. Los cambios que se viven en Medellín no son producto exclusivo del gobierno de Fajardo, sino del esfuerzo de varias administraciones, que permitieron consolidar una política de transformación urbana de una ciudad históricamente golpeada por la inseguridad y la violencia.
Luis Pérez Gutiérrez, más que un líder político, es un académico inteligente y visionario con una gran vocación de servicio, pero cuando ocupó la alcaldía pisó callos y no cohonestó con los intereses económicos de unos sectores poderosos e influyentes del empresariado paisa y de la prensa antioqueña y bogotana que se convirtieron en sus opositores políticos.
Pérez no hizo un mal gobierno en Medellín, fue uno de los mejores alcaldes del país, pero como no puso su gobierno al servicio de los intereses económicos de aquel sector empresarial antioqueño, se granjeo su oposición. Grupo empresarial que aceitó el poder de su pauta publicitaria en los medios de comunicación, que terminaron publicando informaciones que desdibujaron su administración y su carrera política.
Pocos analistas se han atrevido a escribir sobre este espinoso asunto por el temor de enfrentar a este poderoso grupo del empresarial paisa y a la maquinaria publicitaria del fajardismo, que ha estado sigilosamente impulsando la campaña de desprestigio contra Pérez, campaña que se acompañó de decenas de denuncias penales y de señalamientos de nexos con estructuras criminales, de los cuales Pérez ha salido airoso en los tribunales.
Lo que sorprende de la leyenda negra contra Pérez, en relación con la corrupción son las acusaciones hipócritas de los fajardistas. Hay serios cuestionamientos sobre muchos actos administrativos durante el período de gobierno en la alcaldía de Fajardo y ahora en la gobernación, pero sobre ellos no se dice nada por el tape y tape de la aplanadora de su boom publicitario mediático.
En este país, no sólo se incurre en corrupción cuando alguien se apodera o beneficia a otros ilícitamente de los dineros públicos, sino también cuando incurre en detrimentos patrimoniales contra las finanzas públicas por construcciones de mala calidad como las bibliotecas o en despilfarros como las pirámides en la Avenida Oriental y que debe responder Fajardo.
Ahora quien haya estudiado la evolución de la penetración del narcotráfico y su poder corruptor en Antioquia desde los años setenta se da cuenta que no hay un sector de la sociedad paisa que este exento de haber tenido cierto contacto de manera directa o indirecta con este fenómeno y sus tentáculos. Ni el sector industrial, ni el ganadero, ni el de la construcción, ni el político, obviamente con excepciones se han librado del poder corruptor del narcotráfico y de la delincuencia que se desprenden de sus estructuras en la sociedad antioqueña.
Ni que decir del paramilitarismo y de sus nexos con el narcotráfico, en la defensa de la tierra, ligada al sector ganadero y agrícola antioqueño y sus vínculos con el poder político antioqueño. Tampoco los sectores políticos que se consideran impolutos están exentos de esa epidemia en una sociedad transversalidad por el narcotráfico en todas las capas sociales.
No se trata de lanzar un manto de dudas sobre todos los sectores de una sociedad donde existen ciudadanos y empresarios probos y respetables que no cohonestan con ese tipo de cosas, pero en la política antioqueña se puede aplicar el pasaje bíblico que el que este exento de pecados que tire la primera piedra.
Recuerdo la noche que Don Berna paralizó el transporte en Medellín y toda la historia oscura que cuentan los combos en los barrios de Medellín sobre los supuestos pactos para la “pacificación” de la ciudad durante la administración de Fajardo, pero sobre eso se guarda silencio. Así como del proselitismo de los combos a favor de ciertas candidaturas en estas elecciones.
En efecto, la aceitada maquinaria publicitaria de los $ 196 mil millones que denuncia el diputado Adolfo León Palacio, que se ha gastado el gobernador Fajardo, en publicidad ha servido para tapar cosas y reeditar la maquinaria del desprestigio contra Pérez. Una maquinaria beneficiaria de canonjías, de la cual hacen parte periodistas, escritores y columnistas de Semana, El Espectador y otros medio de comunicación, donde se destaca Mauricio García Villegas, beneficiario de contratos que aprovecha para revivir refritos contra Pérez.
Su fin es satanizar a Pérez para satisfacer el ego caudillista del nuevo Mesías que encarna Fajardo, con un guión casi idéntico al del patrón del Ubérrimo. Entonces, se ocultan las falacias de la gestión transparente y de los desastres de los Parques Bibliotecas que se caen a pedazos y con los millonarios desfalcos patrimoniales para Medellín. Ni hablar de otras perlas que se ocultan en los informes maquillados.
Twitter: @j15mosquera