Al exsecretario Luis Fernando Suárez, ficha de Aníbal Gaviria en la próxima contienda por la Gobernación de Antioquia, algunos sectores lo vienen presentando como un factor de unidad y como el candidato más sólido. Consideran que la visibilidad y el “temple” que demostró como gobernador encargado son prenda de garantía para alcanzar reconocimiento y un punto a favor para que termine liderando la coalición de centro-derecha que busca continuar en la cabeza del poder departamental y cerrarle el paso al candidato de Petro.
El libreto de Suárez
Las movidas de Suárez se reducen al siguiente libreto: posicionarse como un candidato competitivo en las encuestas; avalarse, inicialmente, por firmas y así demostrar que estará por “encima de los partidos” (la misma fórmula usada por Luis Pérez y Aníbal Gaviria); acordar un mecanismo interno de selección para convertirse en el ungido del bloque de centro-derecha que agrupa a sectores del uribismo, los partidos Liberal, Conservador y la U; y finalmente, acordar una alianza con Federico Gutiérrez como candidato a la alcaldía de Medellín.
De lograrlo, Suárez podría contar con las tres condiciones necesarias para ser un candidato realmente sólido en la carrera por la gobernación: maquinaria, recursos y reconocimiento.
Sin embargo, su libreto se podría encontrar con varios escollos, ya que, siendo el ungido de un gobernador cuestionado, puede que no despunte lo suficiente en la opinión y termine rezagado ante candidatos mucho más mediáticos como Mauricio Tobón o Andrés Julián Rendón (avalado por el Centro Democrático); que Luis Pérez vuelva el ruedo y fisure el bloque de derecha; o que la centro-izquierda arrase en un amplio margen del electorado de opinión consolidándose en el circuito de las grandes cabeceras urbanas (donde se concentra el mayor potencial electoral).
Pero a su favor jugaría que el factor Luis Pérez no resultaría siendo tan amenazante, pues la coalición multipartidista que lo impulsó en las elecciones de 2015 ya se desmoronó (y hasta algunos de sus elementos podrían ser los mismos que terminen apoyando a Suárez), y que el candidato de la centro-izquierda, ya sea Julián Bedoya, Esteban Restrepo o el mismo Luis Pérez, tendría que cargar con el lastre de un presidente que pinta cada vez más impopular y con la acción coordinada de una derecha política y empresarial que quiere evitar a toda costa el ascenso de otro Quintero.
Porque tras la victoria de Daniel Quintero (como resultado de la división de la derecha local) la centro-derecha tiene claro que sí se dividen le podrían entregar un balón de oxígeno al candidato de la izquierda o a una tercería incierta (en la que solo figuran el diputado Verde Camilo Calle y el exrepresentante Jorge Gómez); así que lo que se viene será una gran coalición en un todo o nada por recuperar el poder en Medellín y conservar el gobierno departamental.
De ahí que Luis Fernando Suárez sea percibido como ese factor de unidad y que varios de sus seguidores, anticipándose a la “victoria”, no duden en llamarlo: señor gobernador.
El previsible reencauche de Luis Pérez
Se dice que si Luis Pérez aspira nuevamente a la Gobernación mueve el tablero e implosiona el bloque “anti-Petro”. Así se cree porque en esa naciente coalición, como ya se advirtió, se encuentran algunos de sus antiguos aliados, los mismos que cerraron filas en 2015 para cimentar la exitosa plataforma electoral que lo llevó a la victoria con 819.389 votos.
En esa elección Luis Pérez demostró que es un político con la habilidad de cohesionar todo tipo de maquinarias y coordinar los intereses de la clase política tradicional. A lo que agregó el capital de opinión como “gran ejecutor” que cosechó en su pasó por la alcaldía de Medellín. Por eso, de presentarse como un candidato por firmas -avalado por el Grupo Significativo Antioquia Piensa en Grande-, pasó a tener el aval del liberalismo y Cambio Radical, así como apoyos de sectores del partido Conservador, la U y tendencias uribistas.
Al llegar a la Gobernación armó una portentosa coalición a imagen y semejanza de su campaña, gobernando con prácticamente todos los sectores políticos -a excepción de Polo Democrático-, pero muy especialmente con el Centro Democrático, del cual esperaba -con cierta dosis de ingenuidad y falta de perspectiva- convertirse en su candidato presidencial en las elecciones de 2022.
De ahí que tras su salida del cargo iniciara una intensa campaña de posicionamiento; sin embargo, nunca despegó a nivel nacional y su aspiración siempre se estrelló contra el margen de error de las encuestas. Tras renunciar a la carrera se terminó moviendo a favor de Petro y así afianzó su cercanía estratégica con Quintero. Una movida curiosa porque siendo gobernador se la pasó agasajando al uribismo y hasta publicó, como última acción de gobierno, un libro titulado: Álvaro Uribe, un soldado de la argumentación.
Aunque siempre tuvo una imagen favorable y salió del cargo con un 77% de aprobación, el perfil de Luis Pérez nunca despuntó en la elección presidencial porque siempre se le ha asociado con las prácticas de la política tradicional y en esa elección -tras el hartazgo reflejado con el estallido social del 2021- la clase política recibió una paliza histórica en las urnas.
Alistando el reencauche
Dejando de lado esa experiencia, Luis Pérez viene alistando su reencauche con una nueva aspiración a la Gobernación. Lo hace tentando por su favorabilidad en las recientes encuestas y motivado por el “llamado” que le vienen haciendo desde las toldas del Pacto Histórico. Algunos consideran que su habilidad para tejer acuerdos y su capital de opinión podrían ser factores claves para que el bloque “Pro-Petro” (por llamarlo de alguna forma) se posicione como un verdadero contrapeso ante la coalición de la derecha.
Pero resulta ingenuo pensar que Luis Pérez tendrá la capacidad de construir una coalición similar a la que consolidó en 2015, ya que, su reciente movimiento hacia la izquierda le resta cierta credibilidad en sectores políticos que en 2022 apoyaron decididamente tanto a Federico Gutiérrez en primera vuelta (1.385.565 votos) como a Rodolfo Hernández en segunda (1.822.700 votos); además, no tiene una estructura propia (la única estructura que tenía estaba a interior del uribismo), pues solo cuenta con capital de opinión y un amplio reconocimiento.
Y aunque la opinión y el reconocimiento tienen incidencia en la elección del gobernador; eso no lo dudo, el cargo lo termina definiendo el peso y despliegue de la maquinaria.
Por eso, la principal tarea de Luis Pérez en su previsible reencauche consistirá en hacer todo lo posible para seducir a algunos de sus antiguos aliados con asiento en el bloque “anti-Petro”, desligarse de la izquierda, la mala imagen de Daniel Quintero, y equilibrar las cargas entre un electorado que lo percibe como un político tradicional y otro que con fino pragmatismo lo podría erigir como el abanderado del gobierno del Cambio. Veo difícil equilibrar esas cargas.
¿Qué se viene?
Aunque la carrera por la Gobernación todavía resulta incipiente, ya se empiezan a alinear los bloques que se medirán en un pulso que determinará la capacidad de la derecha para reacomodar sus fuerzas tras la derrota sufrida en la elección presidencial, y al Pacto Histórico, acomodar al grueso de los sectores tradicionales y alternativos que lograron que Petro alcanzara 942.005 votos en la segunda vuelta. Tanto Luis Fernando Suárez como Luis Pérez pintan como puntas de lanza de ambos bloques. Pero esto es política electoral y todo puede cambiar de la noche a la mañana. Amanecerá y veremos.