En el atardecer del domingo 10 de noviembre Luis Fernando Camacho desfilaba por las calles de la paz arriba de un carro policial. Evo Morales acababa de renunciar, después de 13 años en la presidencia de Bolivia. Hasta hace unas pocos semanas las caras conocidas de la oposición boliviana eran Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina o Carlos Mesa, hasta que el carisma y la tenacidad del “macho Camacho” los opacó en la etapa final de las movilización ciudadana y la pérdida de respaldo por parte de las Fuerzas Militares que forzaron la renuncia de Morales.
Con 40 años, nacido en Santa Cruz, se convirtió en el líder del Comité Cívico de la región que agrupa a ciudadanos de distintos orígenes, desde empresarios, comerciantes, distintos sectores de clase media con intereses principalmente regionalistas. Coon fuertes convicciones religiosas hizo de la Biblia un simbolo, en medio de la crisis por el fraude electoral, tomó un avión rumbo a La Paz a pedirle la renuncia al Presidente Morales. Los indigenas de El Alto no le permitieron movilizarse, pero el regresó, con la carta escrita solo para su firma. El domingo llegó solitario a un desierto Palacio Quemado –el viejo edificio del poder hoy trasladado a la Casa Grande del Pueblo– con su Biblia y su carta; allí se arrodilló en el piso para que “Dios vuelva al Palacio”.
Camacho selló pactos con “ponchos rojos” aymaras disidentes, se fotografió con cholas y cocaleros anti-Evo y juró no ser racista y diferenciarse de la imagen de una Santa Cruz blanca y separatista (“Los cruceños somos blancos y hablamos inglés”, había dicho alguna vez una Miss). Y, en una productiva estrategia, Camacho se alió con Marco Pumari, el presidente del Comité Cívico de Potosí, un hijo de minero que venía liderando la lucha en esa región contra el “ninguneo de Evo”. Así, el líder emergente e histriónico terminó siendo el artífice de la revuelta cívica-policial.
Su frase aún resuena en las calles bolivianas “La biblia volverá al palacio de gobierno”. Su notoriedad arrancó a principios de noviembre cuando se ofreció de voluntario para viajar a La Paz a entregarle una carta de renuncia para que la firme el propio Morales. Cuando llegó a la capital boliviana el pasado miércoles llegó al aeropuerto de El Alto en Bolivia y fue recibido por miles de paceños. Desde ese día se ganó sus dos apodos por los que es famoso: el Macho Camacho y el Bolsonaro Boliviano. Su aventura terminó el pasado 10 de noviembre.
*Con información de Anfibia y BBC Mundo