Luis Coronado, nacido en Charalá, Santander, es el creador de estas pinturas que embelesan y maravillan a los espectadores. Pinta colibríes, picaflores, zumbadores, tucusitos, pájaros mosca o quindes, como se les llama en distintas regiones.
Para los mayas, el colibrí tiene una historia que vale la pena compartir: “Los mayas más viejos y sabios, cuentan que los Dioses crearon todas las cosas en la Tierra y al hacerlo, a cada animal, a cada árbol y a cada piedra le encargaron un trabajo. Pero cuando ya habían terminado, notaron que no había nadie encargado de llevar sus deseos y pensamientos de un lugar a otro.
Como ya no tenían barro ni maíz para hacer otro animal, tomaron una piedra de jade y con ella tallaron una flecha muy pequeña. Cuando estuvo lista, soplaron sobre ella y la pequeña flecha salió volando. Ya no era más una simple flecha, ahora tenía vida, los dioses habían creado al x ts’unu’um (colibrí).
Era tan frágil y tan ligera que el colibrí podía acercarse a las flores más delicadas sin mover un solo pétalo, sus plumas brillaban bajo el sol como gotas de lluvia y reflejaban todos los colores.
Entonces los hombres trataron de atrapar a esa hermosa ave para adornarse con sus plumas. Los dioses al verlo, se enojaron y dijeron: “si alguien osa atrapar algún colibrí, este morirá”. Por eso es que nadie ha visto alguna vez a un colibrí en una jaula, ni tampoco en la mano de un hombre.
De esta forma es que esta misteriosa y delicada ave ha podido llevar a cabo el encargo de los dioses: llevar de aquí para allá el pensamiento de los hombres.
¿Por qué escogió los colibríes como tema de su pintura?
“Es una serie que vengo trabajando hace más o menos tres años. Estaba en Bogotá y me vine a Cali y el entorno, la naturaleza y sus aves, me hizo retomar un proyecto que había iniciado años atrás. Es que aquí uno se siente a gusto pintando”.
“Porque es un ave hermosa y que realiza una gran función en la naturaleza: poliniza las plantas. La naturaleza se inventó esta maravilla de maquinita voladora que hace un gran trabajo aún en los páramos”.
“De todas las cosas que he leído me acuerdo de que cuentan que por allá en el 1800 cuando llegaron unas imágenes de colibrís a Europa, y alguien trato de reproducirlas, la única forma que encontró fue pintar con pan de oro, única manera de reproducir el brillo y el color de esas aves. Esos dibujos se volvieron de un valor extraordinario, dicen”.
"Sobre Art Festival, evento realizado en la Biblioteca Departamental de Cali, dice: “Estos festivales me parecen muy interesantes pero he notado algo especial, hay gente, mucha, el día de la inauguración. Yo digo, 'los que se maman los discursos', pero en los días siguientes de exposición la asistencia del público es mínima. Pero sirven para compartir con otros artistas y para hacer contactos para ventas a futuro”.
¿Para qué sirve la pintura en este mundo donde hay tantos artilugios que permiten captar la belleza que nos rodea?
"Yo le podría responder diciéndole que no me emociono cuando me mandan una carita de esas felices porque eso para mí no significa nada. Yo sigo creyendo en las palabras del que tengo delante, sigo creyendo en las pinturas, sigo admirando las bellas cosas que se realizan con las manos, pero sobre todo, en las palabras”.
Un asistente al evento le pide a Coronado ver una de sus pinturas y discretamente hago mi retirada de su punto de exhibición, mientras los colibríes zumban en sus cuadros.