La semana pasada Luis Carlos Vélez, el director de la FM, fue viral por un comentario que hizo durante el cubrimiento de los comicios presidenciales en Estados Unidos. Dijo, muy consciente de lo que quería dar a entender, que Joe Biden debía dejar de lado sus aspiraciones presidenciales pese a estar ganando reñidamente en algunos estados republicanos, puesto que el presidente Donald Trump no se iba a quedar de brazos cruzados ante un posible fraude electoral e iba acudir a los tribunales para hacer valer sus derechos de hombre ganador. Quién le ha dicho al señor Vélez que un comunicador puede hacer ese tipo de comentarios o plantear así por así posibles escenarios políticos, tal como él ahora llama a la falta de imparcialidad para no responsabilizarse de las cosas que dice en vivo. El señorito está tan mal acostumbrado a ser la voz del establishment que esta vez pensó que su desfachatez iba a ser pasada por alto.
Se equivocó bastante feo, porque los que no comulgan con su bodrio de periodismo arrodillado le iban hacer pagar con creces su falta de imparcialidad. Como muchos otros acudí a las redes para criticarlo y eso no me hace un acosador, tal como él ahora llama a sus críticos, sino que me hace un hombre que se cansó de los ataques que lanza subliminalmente a la gente que no comulga con el uribismo ramplón que hoy quiere imponer una falsa moral. Que se deje de inventar que le editaron un video, que no siga diciendo que él no dijo exactamente lo que aparece en el cubrimiento de RCN y que no crea que todo esto es una campaña para hacerle daño, porque resulta ridículo negar que más de 20.000 personas, las cuales vieron su transmisión al medio día, no hayan entendido lo que dijo creyéndose analista político.
Inmediatamente, pues es común entre los bomberos no pisarse la manguera, otros periodistas mediocres como él salieron a respaldarlo. Quieren hacer ver un craso error como un matoneo, lo que no cabe en este caso, porque realmente por donde se mire el asunto no hay ningún acoso: la gente ya no traga entero como pasaba una generación atrás. Esto hay que entenderlo bien: Luis Carlos quiere zafarse mediante un video de su responsabilidad periodística, culpando a la gente que no lo aprecia de todo lo que está viviendo. Solamente en esta república bananera se permiten las cosas que el manifiesta en sus programas, siendo el escudero mediático de una horda de corruptos que hoy dominan la escena política, pero que a futuro se van a caer como hoy se cae su imagen ante la gente educada que quiere otro tipo de periodismo.
Lo que le pasó deja una moraleja: tarde o temprano la falta de imparcialidad deja sus estragos. La gente no olvida cómo trató a Gustavo Petro cuando fue a su programa, siendo más cordial con Duque cuando lo invitó a adivinar canciones de rock. Tampoco olvida el trato que le ha dado a las minorías indígenas, las críticas que le ha hecho a los que se manifiestan marchando, en fin, no pasa por alto que es un arribista como su agrandado progenitor, que muy bien le enseñó a ser el vocero de los que pagan un sueldo y se roban la tierra de los más pobres de esta fallida nación. El periodismo colombiano hoy exige otra ética, y eso es lo que se ha manifestado en las redes sociales.