Muy admirado Don Luis Carlos:
Cuando se lee su hoja de vida en internet, uno no puede hacer otra cosa diferente que admirar lo que usted ha hecho con su vida. No cabe duda que el empezar de la forma tan disciplinada desde los quince años a hacerse responsable de cosas que a esa edad muchos adultos ni siquiera apetecen, es símbolo de que era un ser destinado para grandes cosas.
Soy un hombre felizmente casado con una mujer que desde hace treinta años me acompaña y a la que amo profundamente, así como a las hijas que me dio. Es por eso que quizás lo que más puedo admirar de usted no es el dinero que ha conseguido (que es mucho) es mantener una relación de sesenta y un años con su esposa y haber criado con éxito a sus cuatro hijas y a su único hijo.
Eso que le digo no lo averigüé haciéndole inteligencia. Eso y muchas cosas más aparecen en ese mundo digital que la red mundial de información nos da las 24 horas del día.
He decidido escribirle por dos razones particulares que tienen que ver con el desempeño de mi vida diaria y que considero tienen directa relación con sus empresas.
Si bien he admirado por siempre, y las páginas de la historia así lo dirán algún día, el crecimiento geométrico de sus empresas, no puedo decir lo mismo de muchos de los medios que ha utilizado para ello. Para nadie es un secreto que usted es dueño de un gran porcentaje de la banca en Colombia y que muchas de sus utilidades provienen no precisamente del desarrollo del objeto social de un banco, como lo es el colocar dinero en calidad de préstamos, no. Muchos de sus ingresos provienen de forma gigantesca de los cobros desproporcionados provenientes de cobros como el cobro por depósito o retiro, por el uso de las tarjetas o por los cheques y mil cosas más que una banca de un país tan pobre no debería tener.
Si bien nada de lo que cobra es ilegal (Creo) por lo menos si pienso que es inmoral y hacer un pacto entre los banqueros para crear más y desproporcionados cobros porque ustedes nos manejen la plata, es algo con lo que muchos no estaremos de acuerdo jamás. Ok. Pero mi tema no tiene nada que ver con eso, pero si con la forma.
Soy un habitante de Acacías en el departamento del Meta y cada cierto tiempo desde hace muchos años debo viajar a Bogotá y con mucha más constancia lo hago hacia Villavicencio y si usted ya ha llegado hasta este punto, sabrá que mi queja tiene que ver con la manera absurda e injusta como lograron ustedes prorrogar una concesión (La 0444 de 1994) correspondiente al trayecto de Bogotá a Villavicencio.
Y digo que fue injusto porque basándose en leyes maquiavélicas, con gobernantes laxos y quizás sobornados y auspiciado por una actitud pasiva de los llaneros, ustedes lograron quedarse por más de quince años con un botín preciado como lo es la concesión de ese cordón umbilical que une a dos medias Colombias, sin importarles cuanto ni por cuantos años debemos estar esclavizados a estos peajes tan costosos que propios, pero sobre todo extraños, no dudan en calificar como los más costosos del país, cosa que espanta, como casa embrujada, a todo los turistas que están a tan corto trayecto de la capital de nuestro país.
Otro acto que usted no está llevando a cabo pero sobre el cual aparece su sombrío reflejo, es la concesión de las vías del Meta de su conocido amigo William Vélez (accionista mayoritario de ODINSA) y que incluye la pavimentación de 79 kilómetros hasta muy cerca de sus predios en San Pedro de Arimena, desde el municipio de Puerto Gaitán.
Lo anterior no tendría nada de absurdo si no fuera porque, ni sus empresas, ni las petroleras, ni el municipio de Puerto Gaitán, ni el municipio de Villavicencio donde se hará cerca del 70% de las obras y mucho menos el estado Colombiano aportan un solo peso para estas obras que cuestan cerca de 1.3 billones de pesos. Todo el costo de esas obras debe ser financiado con recursos provenientes del pago diario en peajes que hacemos personas como yo que me desplazo constantemente de Acacías a Villavicencio en un trayecto que ya es menos a 20 kilómetros entre los cascos Urbanos.
No es justo que usted siga incrementando su voluptuosa riqueza que lo tiene hoy en día en el puesto número 44 del mundo y mucho de eso a costa de la ingenuidad y pasividad de un pueblo, que aunque noble y trabajador, no deja de estar anestesiado y pasmado y que antes de protestar, prefiere madrugar más a conseguir la forma de hacerlo a usted más rico.
Si la revistas FORBES no miente, su riqueza hoy en día asciende a los 17.000 millones de dólares, numero este que me cuesta convertirlo a pesos.Y si de esa riqueza usted decidiera darle US$ 3.000 millones a cada uno de sus hijos, le quedaría lo suficiente para gastarse por lo que de queda de vida más de mil millones de pesos diarios, de tal forma que si comparamos esa cifra con los diez mil pesos de la liquidación con la que empezó este emporio, es una suma mucho más grande.
Pero si lo que quiere es seguir trabajando hasta el último día de su vida, le sugiero que compre tierras cerca de Villavicencio, haga barato y rápido esa autopista y bájele a los peajes a la mitad y se dará usted cuenta que en esas tierras puede usted ingresar al campo de la industria sin chimeneas más grande del mundo como lo es el turismo, pues tendrá un potencial de ocho millones de personas ávidas de conocer los mejores espectáculos de turismo que empresa alguna tenga en Colombia, haciendo que su riqueza aumente y de paso también aumentará el de muchos habitantes de nuestro bello llano. Esa vía tendría un nombre del que muchos llaneros nos debemos sentir orgullosos de por vida; AUTOPISTA LUIS CARLOS SARMIENTO ANGULO.
No es muy difícil deducir que es usted un hombre que ha mantenido no solo una férrea disciplina sino una enorme fe en un ser superior. Es por eso que por último y con el enorme respeto que su dignidad, su edad y sus canas me merecen, deseo decirle que revise el evangelio de Mateo del 19 al 24.