La polémica causada por el ingreso a la campaña de un sector de cambio radical y del liberalismo a las toldas del precandidato e intelectual del centro, Alejandro Gaviria, evidencia la cultura clientelista y corrupta de toda nuestra clase política.
No importa si hay que pactar hasta con el mismo diablo si suma votos.
Si esa práctica se da con el calificado por los medios como el intelectual de la política qué no esperar de los demás.
Sergio Fajardo es el socio de Claudia Lopez y ya nos mostró la alcaldesa que ha sido toda una frustración en su prometida lucha contra el clientelismo y la corrupción. No es confiable.
Los delfines Galán no son la excepción en estas prácticas. Por naturaleza son de la misma especie.
Por el lado del Equipo Colombia sus integrantes son la suma de empresarios y políticos profesionales que han ganado elecciones y han ejercido sus gobiernos con base en el clientelismo.
Peñalosa ha sido todo un ejemplo de gobernanza basado en esas prácticas en Bogotá. De alguna manera son la continuidad del uribismo.
Rodolfo Hernandez frente a este tema no ha hecho ningún pronunciamiento, salvo que los contratistas son cuotas de la corrupta clase política. Pero se le ha visto en conversaciones con Uribe. Total desconfianza.
El petrismo o la Colombia Humana en esta materia no fue el mejor ejemplo en Bogotá, y ha recibido en sus toldas de campaña a tres senadores, todos clientelistas y con antecedentes de corrupción, e incluso uno enemigo de la carrera administrativa y un exalcalde paisa, clientelista por profesión.
Se aplica la misma lógica de negociar hasta con el diablo para sumar votos.
El Partido Conservador y Liberal, padres del clientelismo en el país, siguen buscando la forma de obtener cargos públicos sumándose a otras campañas, que una vez triunfen, les garanticen sus cuotas. Estos partidos son unos dinosaurios vivos.
De los candidatos al Congreso nadie sabe que proponen, y cuáles son sus programas. La mayoría vive de la política como negocio y una vez elegidos extorsionan a los presidentes de turno, para hacerse a la alta y media burocracia del estado, y toda la contratación de prestación de servicios.
La oposición tiene discursos alternativos pero nunca han sido mayoría y se hacen funcionales al sistema. En algunos casos también práctican el clientelismo. Recordar eleccion del procurador ordoñez.
En suma toda la clase política en sus distintas tendencias ideológicas y partidos de todos los colores buscan es hacerse al botín de la burocracia del Estado.
Excepción hecha de los cargos de carrera administrativa pero porque están establecidos constitucionalmente.
Difícil panorama si se tiene en cuenta que por todos es aceptado que la corrupción es el mayor problema del estado.
Pero nadie , absolutamente nadie, pretende cambiar estas prácticas y hacer realidad la meritocracia constitucional para toda clase de vinculaciones laborales. De hacerse posible un verdadero cambio a esta problemática cancerosa del estado, sin duda que sería como una revolución silenciosa.
En mi calidad de sindicalista alternativo y meritocratico, que no es de derecha ni de izquierda y menos de centros mentirosos, no veo por quien votar.