Me despido de lo que en algún momento llegó hacer un momento significativo en mi vida. Hoy es la culminación de un ciclo más que se cierra y que será tenido en cuenta como un recuerdo lleno de experiencias valiosas. Hablar de la gente mala que existe en todo camino es inoficioso y no trascendental, y pululan como seres despreciables sin valor ni identidad alguna.
Son simples arrodillados, serviles de sus efímeros pensamientos y de un sistema que los agobia y los atrapa para seguir diciendo y aparentando que hacen lo correcto. Mejor hablar de los buenos amigos, de los buenos momentos, de todos los televidentes que colmaron y abrazaron un momento histórico de la televisión colombiana. Hablar de un periodismo que siempre enfocó como prioridad la defensa de los derechos humanos y una cultura de paz.
Es para mí un orgullo indiscutible y valioso porque contribuía con la necesidad de decir la verdad, así fuera dolorosa e incómoda y sobre todo por acompañar los deseos de paz de los colombianos. Seguiré por el camino de la búsqueda infinita de la verdad, preguntando y preguntando sin callar aunque eso cueste señalamientos y amenazas. Seguiré por el camino de la independencia, defendiendo la importancia de tener valores y certezas de que se puede seguir indagando y cuestionando a personajes que hacen al parecer daño con sus acciones y omisiones.
Simplemente hacemos nuestro trabajo, doctor Peñalosa. Canal Capital en su momento histórico de televisión más humana, llegó con una esencia propia y única, que no será borrada y no desaparecerá. Lo que queda atrás y que cambió no solo de logo, sino también de visión, es otra cosa que una 'recuperación', al parecer fallida, mentirosa y contaminadora.
Los muchos amigos camarógrafos que continuarán en el canal son y seguirán siendo fraternos compañeros de pelea informativa. No olvidaré cómo acompañaban apasionadamente la labor periodística, quienes afirmaban que sin la imagen no es nada para el caso de la televisión. Nos veremos en el camino que también por fortuna deja a los hacedores de la imagen que se perpetua en la conciencia colectiva; una marca imborrable de quiénes somos y qué queremos en la vida.
Colegas: pocos realmente son conscientes del momento histórico del que hicieron parte y desconocen que por hacer visible la voz de los que no tenían voz, se levantaron ampollas y se pisaron callos que molestaron al establecimiento. A esos colegas mis más sinceras condolencias, porque pierden la oportunidad única que da la vida de tener la cara en alto y de poder mirar a los ojos a esos políticos, a esos funcionarios públicos y privados para cuestionarlos y decirles en la cara que se deben a los ciudadanos y que por ningún motivo deben mirarlos hacia abajo. Ellos, los ciudadanos, son los jefes de esos alcaldes, de esos parlamentarios y presidentes. A quienes no comulgaron con mi forma de cuestionar a los hegemónicos entrevistados, mis respetos y ante todo, la sugerencia de que el periodismo y el periodista, no debe ser una piaña al servicio del arrogante sistema en el que vivimos. Hasta Luego Canal Capital.