Era capaz de robarle escenas a cualquiera. En Pat Garret y Billy the kid, la obra maestra de Sam Peckinpah, tenía 45 años y estaba lejos de ser una estrella de Hollywood. Era uno de los forajidos al mando de Kris Kristopherson. Su mirada perdida, su aspecto desgarbado, hacían que se echara al bolsillo al público. Todos salían de la sala preguntándose, ¿quién era él? Harry Dean Stanton como John Cazale –Fredo Corleone- era un actor de carácter cuyo trabajo sólo era reconocido por otros actores más visibles en la pantalla. Para Robert Duvall, Johnny Deep, Jack Nicholson o Marlon Brando, él era no sólo un parcero sino la escalera en donde se subían para parecer más grandes y por eso lo querían tanto.
A los 91 años John Carroll Lynch, le dio la oportunidad de protagonizar su opera prima. Con su mamá recién muerta el director quiso hacer una película sobre el miedo que genera la vejez y la inminencia de la nada. El papel parece hecho a la medida para un hombre como Harry Dean Stanton al que le quedaban solo semanas de vida –incluso no alcanzó verla estrenada- con la participación de su amigo David Lynch como actor, Lucky es una comedia negra de una sencillez demoledora. Hay una escena en la que Dean Stanton, después de una caída, se queda arropado en su cama mientras se escucha una desgarradora canción de Johnny Cash. La escena es de una maestría absoluta. No se necesita una sola palabra para entender lo que dice la mirada del actor: sus ojos huecos contemplan su futuro inmediato, la nada.
Lucky es una de esas películas que irán ganando presencia a medida que vaya venciendo los años. Su profundidad solo es comparable a otras dos obras maestras sobre la inminencia de la nada: Una historia sencilla de David Lynch y Relámpago sobre el agua la extraña película que hizo Win Wenders sobre los últimos días de Nicholas Ray, el director de Rebelde sin causa.
Un año después de su estreno, casi que con discreción, Cine Colombia la estrena en Bogotá en sus salas destinadas a las mejores películas que se exhiben en el país, la Calle 100 y la Avenida Chile. Es raro, en los días que nos asaltan, poder ver tanta intensidad camuflada en tranquilidad, tanto nihilismo envuelto en esa frescura que emana el aún llorado Harry Dean Stanton. Lucky no es sólo una película, Lucky es un ensayo sobre la muerte.