En el campo del arte siempre hay temas de actualidad más allá de la noticia, los culturales nos muestran cómo se construyen el mundo de las ideas. Por eso hoy podemos hablar de Lucian Freud, uno de los pilares de la pintura del siglo XX. Enigmático artista alemán que vivió su vida en Inglaterra. Nació en diciembre de 1922 y murió a los 88 años en julio del año pasado.
Un pintor de una rara fuerza misteriosa que creó imágenes que desconciertan. Fue nieto del psicoanalista Sigmund Freud y seguramente por eso trabajó, durante el principio de su carrera, imágenes con una clara influencia Surrealista.
Habitación del autor, 1944
Ya en sus retratos de los años cincuenta, Freud comienza a encontrarse con un lenguaje tan propio como moderno. Mientras realiza retratos de seres cercanos, busca interpretar la soledad única del hombre. Por medio de la figuración y, de su manera particular de pintar con pinceles gruesos, colores carnales que se mezclan con los grises de las ostras, crea un volumen pictórico. Reaparece el significado emocional del color denso. Mientras pinta, se recrea en la ondulación de la superficie del lienzo
Impresiona de sus retratos y desnudos la cercanía desde donde afronta a sus personajes porque busca desentrañar la inconforme naturalidad humana. La forma de pintar nos recuerda la manera como Rembrandt nos dejaba en sus autorretratos una pincelada gruesa, la forma poderosa de pintar del Tiziano viejo. Y también recoge, sin duda, la fuerza implacable de la pintura de Francis Bacon. Términos poderosos, únicos de una pintura carnal que se desenvuelve entre luces y sombras profundas.
Autorretrato,1985
Desde comienzos de la década de los ochenta, el pintor nos confronta con pinturas de grandes tamaños donde aparece la importancia de lo vertical o la diagonal en el tema del desnudo. Pinta desnudos vulnerables, cansados de la vida, cuerpo con el alma agobiada. Una vida en una espera abatida dentro de su propia intimidad.
Retratos de seres que, a pesar de las declaraciones del pintor, no buscan expresar sentimientos, sus rostros resultan apesadumbrados por la vida y los desnudos solitarios que aparecen abatidos por la posibilidad de la muerte.
Supervisora de beneficios durmiendo,1995
Resulta extraño que Lucian Freud no sea pintor de museos, en su intimidad los cuadros pertenecen a coleccionistas privados. En su pintura íntima habita una mirada crítica que se refiere a la incomodidad ante la existencia. Por eso, podemos decir que la pintura de este artista se construye entre los estragos románticos del expresionismo.
Aunque algunas veces Frued señaló que, entre más complejo y más perfecto sea el artista, más ajeno se encuentra el hombre que sufre de la mente que crea. Pero su expresión nos deja una nostalgia siempre cómoda en una tristeza melancólica. El existencialismo expresionista.