Rappi fue creada en 2015 por dos colombianos para gestionar todo tipo de domicilios. Hoy es una multilatina, opera en 6 países, 27 ciudades latinoamericanas y 18 000 repartidores, o rappitenderos como los llama la empresa, la mitad de ellos en Colombia. Con la sola cédula de ciudadanía Rappi permite la vinculación de cualquier persona a su aplicación, muchos de ellos migrantes en condición irregular.
Dicen los medios y los optimistas, que esta compañía vale 1000 millones de dólares. Como esta, otras aplicaciones, empresas trasnacionales casi fantasmales, que ocultan con el eufemismo de Economía Colaborativa, usan la explotación de la fuerza laboral de personas, desafiando el derecho laboral. Hace 20 años nadie pensó que llegaríamos a esto que supera leyes, inspectores del trabajo y sindicatos. El futuro del trabajo va rápido.
Hace poco, en Argentina, estuve buscando el primer sindicato de las plataformas y que apareció gracias a las prácticas de Rappi. Algo que en los medios de comunicación colombianos fue exótico y ocupó páginas. A pesar de que en Argentina organizar un sindicato es más difícil que en Colombia, unos trabajadores de Rappi, Uber y Glovo se atrevieron a hacerlo bajo el liderazgo de un abogado, un migrante venezolano, que llegó a ese país a trabajar en la primera de plataformas. El pasado 16 de julio los trabajadores decidieron su primera huelga. “El trasfondo de la protesta es la decisión de @RappiArgentina de modificar las condiciones de prestación del servicio imponiendo a los más experimentados peores viajes y peores ganancias y atraer a nuevos repartidores con viajes más rentables”, señaló la cuenta de Twitter de la Cartelera del Trabajo de Argentina (@carteleralct).
Después de eso decidieron sindicalizarse, aunque el proceso es largo y con la intervención del Estado, a mi modo de ver contraviniendo el Convenio 87 de la OIT. De la mano de algunos intrépidos abogados laboralistas que les ayudan, y aunque aún no tienen la personería, han sido capaces de organizar protestas trasnacionales y con la unidad y disciplina de los “rappitenderos”, han conseguido, por ejemplo, que algunos de sus elementos de dotación se entreguen de forma gratuita y que aumenten lo que reciben por cada pedido.
El nombre que eligieron para su sindicato es “APP” que significa Asociación de Personal de las Plataformas, nombre muy atractivo. Y han podido también hacer contactos trasfronterizos para colaborar con trabajadores de estas plataformas en otros países como Colombia con quienes organizan protestas simultáneas
El nombre del sindicato es “APP”
que significa Asociación de Personal de las Plataformas,
y han podido hacer contactos trasfronterizos en otros países como Colombia
La tecnología ha traído consigo nuevos retos para los trabajadores, para las relaciones laborales y para el derecho del trabajo. En diversos países se discute si estos trabajadores tienen relación laboral o no y si medidas como las que ya propone el gobierno colombiano, de pagar seguridad social por días, legitimarían el encubrimiento de la relación laboral o mejoraría las condiciones laborales de los trabajadores de estas plataformas, que no por ausencia de contrato de trabajo, dejan de ser trabajadores.
Ante esta suerte de movimientos organizativos de los (ciudadanos) trabajadores, plataformas como domicilios.com ya empezaron a pagar la seguridad social. “Nosotros les hacemos las retenciones a ellos (los domiciliarios) de salud y pensión y asumimos la ARL, y, en caso de que no lleguen a cotizar el mínimo, Colpensiones lanzó un nuevo sistema que se llama Beps, donde ellos pueden cotizar por menos de un mínimo a pensiones; nosotros giramos las retenciones directamente a la EPS, a las AFP o Colpensiones, según el caso”, dijo en una entrevista el gerente de la empresa.
Por ahora esos trabajadores luchan contra una aplicación, contra un algoritmo, para que sus condiciones de trabajo sean mejores porque hasta el mismo puede ser alterado para incluir formulas antisindicales. Se altera el código fuente de la aplicación para quitarle pedidos o aprovecharse más de los trabajadores nuevos que los antiguos. A una trabajadora de Rappi ya le habían negado el acceso por ser parte del sindicato, discusión que ya está en los tribunales.
El sindicalismo tiene que reinventarse y esta es una oportunidad. Crear una agenda gremial para hacer frente a esta nueva realidad laboral. Seguir traspasando fronteras y consolidar organizaciones sindicales grandes, fuertes, articuladas con los usuarios, que permitan seguir dignificando el trabajo y también discutiendo en los tribunales nacionales e internacionales la relación laboral subordinada.
En Colombia aún no se registra un sindicato de estos trabajadores. Sería importante crearlo, las protestas han sido importantes pero se necesita una organización sindical. Desde el punto de vista legal es más sencillo que en Argentina y aunque los trabajadores no tengan contrato laboral no significa que no puedan asociarse. Ya la Corte Constitucional en la sentencia T-648 de 1999 señaló que el derecho de asociación “Comprende a todos los trabajadores con excepción de la fuerza pública” y en esa ocasión protegió el derecho de varias trabajadoras que en principio no tenían relación laboral.
Desde aquí con todo el gusto les ayudamos.