¿Los youtubers e influencers reemplazarán a los periodistas?

¿Los youtubers e influencers reemplazarán a los periodistas?

El concepto de periodismo necesita ser replanteado debido las múltiples formas de acceder a la información que han surgido con las transformaciones tecnológicas

Por: JESÚS ORTIZ MUÑOZ
febrero 12, 2020
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¿Los youtubers e influencers reemplazarán a los periodistas?
Foto: YouTube

El día del periodista se ha convertido en una euforia temporal cíclica, motivada generalmente por gobernantes de turno, lo que se materializa en tarjetas (ahora virtuales) de textos repetidos y conceptos comunes que fácilmente se pueden confrontar con los del año pasado o de hace una década sin encontrar mayor efecto o diferencia.

Pero también se evidencia en invitaciones masivas donde no hay un atractivo distinto a la comida, pues se cree que conviene al anfitrión de turno generar ciertas proclividades con cosas elementales, pero con ausencia total de proyectos formativos, de actualización académica o, por qué no, de dotación de insumos electrónicos, como lo hacen en otras latitudes para marchar al ritmo de los cambios.

Quiero significar que sería más significativo obsequiar libros digeribles sobre el tema del ejercicio de la opinión y la información en el marco del derecho constitucional colombiano o comparado; o una tableta que contenga, por ejemplo, una carpeta con la minibiografía de los funcionarios de cualquier entidad territorial o institución, incluyendo las fotos y los teléfonos de cada uno de los funcionarios, aspecto que se ha convertido en otro de los misterios a develar por el informador. (Para aquellos que podrían pensar que esto sería un peculado, les recuerdo que se pueden presentar estas inversiones con un proyecto sustentable en la información que es un hecho cierto y loable, tal y como se invierten sumas millonarias del presupuesto oficial en equipos de futbol de naturaleza privada con el argumento de la publicidad como el ejemplo a la mano del deportivo Pasto.)

Alguna vez, cuando la ingeniera Míriam Martínez Díaz ocupó la gerencia de Empopasto, obsequió un reloj (que todavía conservo y en funcionamiento) con un diseño especial y una grabadora digital, a algunos comunicadores seleccionados por su asesor de medios. Cuando el presente le llegó a Francisco Terán, entró en la cólera de las palabras irrepetibles e hizo la romería hasta Mijitayo para devolver el obsequio, pues dijo que aceptar esa dádiva era comprometer su independencia crítica. (Su actitud todavía puede ser debatida, así como su determinación inmodificable de no concurrir jamás a las llamadas ruedas de prensa).

Ahora bien, quienes insisten en el uso del término incurren en una asincronía, pues la información pública se canaliza por vías diferentes a la del periódico tradicional de donde se deriva la acepción de periodistas, en una coyuntura donde medios icónicos escritos a lo ancho del mundo están cerrando por falta de circulación y su sostenimiento se deriva de avisos clasificados o publireportajes y no de lectores habituales, y hasta el oxidado aparato judicial pretende abandonar el expediente escritural para pasar al expediente electrónico.

Cuando le preguntaron a la hija de un corrupto funcionario de la DIAN que vivía en Miami y tenía un Maserati, dijo que lo había comprado con los ingresos como "influencer" y ahí sí que nos enfrentamos al inmenso problema de saber quién es quién en materia de comunicaciones o cómo evaluar, valorar o acreditar la actividad de un comunicador que puede ser un "youtuber" o un parroquiano que tomó una foto o hizo un video que sube a la web sin mayores explicaciones. No habría entonces local lo suficientemente grande para albergar a quienes (como decía el inolvidable loco Esparza) se consideran periodistas.

Es el momento de comenzar a discutir si conviene revaluar el concepto de periodista, por cuanto el advenimiento de tecnologías en materia de comunicación permiten ampliar el término a comunicadores, como lo visualizó Carlos Gaviria Díaz, cuando en 1998 en la Corte Constitucional sustentó la ponencia de inexequibilidad de la Ley 51 de 1975 que reglamentaba el ejercicio como una actividad profesional, bajo el argumento central de que para informar a través de cualquier medio no se requería tarjeta profesional y que el periodismo podría ser una especialización pero no un programa de pregado.

Anotemos que recientemente Mauricio Aguilar y María Eugenia Triana presentaron un proyecto de ley que llegó a plenaria del Senado para segundo debate, con la pretensión de reconocer la profesión de comunicador social-periodista, creando el Consejo Profesional del Comunicador Social-Periodista y Organizacional. La iniciativa generó reacción negativa en la Asociación Colombiana de Medios de Información (AMI), la Fundación para La Libertad de Prensa (FLIP), la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia (FESCOL) agrupadas en el Proyecto Antonio Nariño (PAN), que identificaron la propuesta como una amenaza para el ejercicio de la comunicación en Colombia.

Releyendo el texto de Isidoro Medina Patiño y Carlos Oviedo: "No disparen soy periodista", creemos que la actividad es demasiado trascendente para la estabilidad del Estado social de derecho, o revisando el voluminoso libro de la Historia de la Radio en Nariño de Ramiro Rosero, tornar a la discusión inane de que una cosa es ser locutor y otra ser periodista, creemos que la actividad es demasiado trascendente para la estabilidad del Estado social de derecho, como para dejarla naufragar en la euforia volátil de una invitación oficial.

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