Quizás no es la canción más prominente del folklore vallenato, pero para mí tiene un significado especial toda vez que fue la primera historia que escuché con atención de las muchas a las que prestaría oído después de ese día, y posiblemente escribo estos renglones para saldar una deuda o tal vez como un compromiso ético y ejercicio de gratitud frente a aquel suceso.
Eran las nueve y media de la noche de un jueves y se supone que yo debía estar dormido desde las ocho, pero no tenía sueño, así que opte por quedarme quieto en la vieja y cómoda cama; ante la ausencia de enseres y medios electrónicos de entretenimiento, mi madre contaba con un radio de batería que nunca supe como llego a casa, crecí pensando que fue mi padre quien lo llevó en medio de una épica borrachera, mi madre en ese entonces embarazada de mi hermano menor solía sentarse cerca de nosotros colocando sus pies semi hinchados encima de una de las camas y prendía el radio todas las noches con un volumen moderado tal vez para distraer sus penas y a la vez vernos como nos quedábamos dormidos en medio del zumbido de uno que otro zancudo…
Fue así, condicionado por las circunstancias que me dedique a seguir una tonada de acordeón, que empezó a sonar en el hoy vetusto aparato y una voz singular ya consagrada para entonces pero que con el pasar de los años alcanzaría un triunfo abrumador. Pues bien, en la primera parte, las palabras narran la historia de un hombre muy fiel de tierras lejanas, que, por los avatares de la vida, el ejército se lo lleva a prestar el servicio militar dejando a su amada novia y prometida sola, causándole esto un dolor inmenso, que lo condujo a cantar versos de amor y llorar como un niño en el frío de un acantonamiento, y lo peor de todo, ni siquiera un trago podía tomar…
Ni modos, a esas alturas me encontraba atrapado en los versos de la canción y sin saber aun que esta historia hecha melodía pertenecía a uno de los géneros y folklore musical de una región y que se habría paso en el país, por la potencia narrativa de muchas de ellas, enfrentando todo tipo de oposición, sobre todo el rechazo de aquellos que se hacían denominar alta cultura. De otro lado, no tenía ni idea de que la persona que escribió estas trágicas palabras aparentemente sencillas, escasamente sabía leer y escribir, y mucho menos había leído en su vida a un Samuel Beckett, García Lorca o Pablo Neruda…
El caso es que ahí estaba yo, atrapado imaginando el drama de ese desventurado soldado. Así en un segundo momento la canción refiere que un bonito día de lluvia el soldado es levantado temprano, y los superiores le entregan una carta de la novia donde expresaba ella la posibilidad de encontrarse con él ese día, esto lo lleno de valor y a hablar con sus generales para que le dieran permiso, y para desgracia de él, no solo se lo negaron, si no que le informan que sería trasladado a otra tierras…este hombre abatido por la noticia llora y decide decir si al amor… se volara del cuartel…
A pesar de ser un chiquillo, la letra hasta entonces escuchada había alcanzado mi corazón, quizás ya me había atravesado con cierta facilidad. Las palabras ya habían hecho latir mi espíritu y era mi primera historia escuchada. No sé qué tanto haya transformado mi forma de pensar o mis sentimientos, lo cierto es que después de ese día llegaron a mi oído otras historias a través de diversas canciones que hablaban de amor, de traiciones, de miedo, de ausencias, de nostalgias, de amistad y de todos los temas fundantes de la vida, así que decidí preservar ese momento y guardarlo en mi memoria…
El final de la canción presenta el desenlace del cuento y este se da cuando “en el intento valiente de dejarlo todo por amor, en la silenciosa y oscura noche, el soldado comete el error de volarse muy temprano, y un compañero viéndose obligado le dispara tres veces, y este en el desconsuelo de la muerte y de quien sabe que se va de este mundo, expresa: el que nació de un cariño, por un amor se murió”.
Con el trasegar de los años, imaginé el protagonista de esta historia y evidentemente, no fue un final feliz para él, pero fue un actor decoroso de la vida. Que no se diga que no fue transgresor y valiente, no será el primero y el ultimo en morir por amor en el mundo literario. Así mismo, se debeló también una historia absurda, historias que más adelante encontraría leyendo a Frank Kafka, Albert Camus y Samuel Beckett, o escuchando otras canciones como Pedro Navaja y Juanito alimaña entre otras. La canción de que les he hablado se llama: “Penas de un soldado”.
