Hablando de los discursos del 20 de julio en Colombia... la verdad, muy lamentables. Sin compartir en absoluto sus ideas y menos sus prácticas, me hicieron incluso recordar las piezas de orfebrería verbal de Alan García -expresidente del Perú- que se encuentran a raudales en YouTube.
García fue sin duda uno de los mejores oradores de la historia política de la segunda mitad de siglo XX en la América Latina; tanto así que sus detractores preferirían apagar el televisor para evitar que los convenciera.
Ayer en Colombia muchos sentimos ganas también de apagar el TV pero para no sentir pena ajena del tan precario nivel argumentativo, sobre todo de los encargados de representar a la oposición.
Muchos estamos lejos de comulgar con la izquierda, pero preguntarle al presidente si es verdad que se levanta a las 9:00 am y hacer insinuaciones sobre presuntas infidelidades, desde el hemiciclo del congreso, no solo es grotesco sino rastrero.
El actual gobierno es parcela fértil para la crítica y para hacer oposición, pero deberían esforzarse un poco más. Si quienes se han abrogado el liderazgo de la derecha en Colombia creen que los desaciertos del ejecutivo por defecto los harán ganar la presidencia en 2026 están equivocados.
La oposición no se hace trinando detrás de un iPhone desde el norte de Bogotá y menos con discursos tan carentes de contenido. Si se analiza el desconcierto y la rabia de los seguidores del actual gobierno porque supuestamente “no los dejaron gobernar” y las salidas en falso de la derecha torpe; las puertas del centro resultarán siendo las de más fácil acceso para entrar a sentarse al solio de Bolívar en 2026.