Hace dos años la primera entrega de Los Vengadores fue todo un precedente de cómo se tenía que hacer una película de superhéroes, plagada de peleas, monstruos intergalácticos y los últimos efectos especiales sin renunciar a un buen guion y sobre todo a una efectiva caracterización de los personajes.
Las expectativas que teníamos antes de ver La era de Ultrón, al menos en lo que respecta a este servidor, no se cumplieron. Las peleas, brillantemente elaboradas desde un laboratorio, se intercalan unas a otras sin mayor lógica o coherencia con la historia. Los chistes, que tan bien funcionaron en esa primera parte, acá pecan de ingenuos y van en detrimento a la integridad de cada personaje. A Thor no le creemos cuando se viste de paisano y empieza a hacer bromas como si fuera cualquier judío en Nueva York. Pero los puntos más bajos de una película que funciona como divertimento pero que empalidece con su antecesora, son las relaciones afectivas.
Juro que mis ojos achicharrados por el humo no podían creer cuando empezó el inusual coqueteo entre Hulk y Viuda Negra. El doctor Bruce Banner se transformó por un momento en Shrek y la hermosa Scarlett Johansson era la princesa Fiona en medio de una batalla contra algún científico loco que quiere destruir el mundo. ¿A falta de imaginación Marvel plantea la historia de un amor imposible? Para muchos esta relación le genera más humanidad a un universo plano y soso como puede ser la siquis de un superhéroe, para mí no es sino un elemento más de los que se vale Marvel en su afán de obtener la mayor recaudación de la historia en un estreno.
¿Qué sería de las películas de héroes sin un villano poderoso? Ultrón es una idea que sale de la cabeza de Tony Stark y que, como si del doctor Frankenstein y su monstruo se tratase, termina por devorarlo. La escena en la que los maltrechos restos de un robot amenazan al combo de Vengadores enfarrados, da miedo y promete que el poderío de Ultrón será incontrastable. Sin embargo, esa gravedad solemne que caracteriza al enemigo invencible, se va diluyendo en el transcurso de la película y Ultrón se convertirá en uno de esos molestos villanos que nunca terminan de morirse.
Los fanáticos del comic y los niños disfrutarán las dos horas y media llenas de adrenalina y efectos de última tecnología. La nieve, los rayos y la sangre se pasearán a centímetros de tus gafas oscuras. Para los ingenuos que creímos en el interés real de Marvel de hacer películas que fueran más allá del simple entretenimiento, los que nos encandilamos con la primera parte y los que nos dejamos embrujar por el encanto fascista de Tony Stark, La era de Ultrón supone una profunda decepción y esta vez ni las persecuciones, ni los tiroteos, ni los malvados de metal, nos darán consuelo.